"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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God is a women – Ariana Grande
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10 años atrás, en el mismo bar donde esta historia inició.
La música sonaba a todo volumen por los altavoces del lugar, las personas bailan, mientras gritos eran soltados al aire, llenos de éxtasis y adrenalina. Una noche común en un bar en el centro de la ciudad. Solo que, no lo era esta vez.
Los pasos de Ella eran firmes, haciendo que la suela de sus altos tacones dorados resonara en la entrada. No hubo problema con su ingreso, después de todo, ¿quién sería capaz de negarle la entrada a algún lugar? Su hermosa figura era lo primero que cautivaba los ojos de cualquiera que la rodeaba, luego estaban sus hermosos rizos dorados que caían con delicadeza sobre sus blancos hombros, para que finalmente quedaran deslumbrados con la simple belleza de su rostro; sus ojos grises como las nubes en verano, sus labios rosados y la dulzura que mostraba en cada expresión. Todo ella, cautivaría a cualquiera.
El vestido blanco y ceñido a su hermoso cuerpo relucía bajo las luces fluorescentes, solo logrando que llamara más la atención de los presentes. Pero, ellos solo les sonreía, y seguía caminando. Esta noche no era para divertirse, tenía una misión, y no podía dejarse distraer por las pobres almas de este lugar que hubiese deseado salvar.
La mesa en la cual la esperaban ya estaba ocupada con la persona que estuvo aguardando por ella desde hacía unos siglos. Le sonrió, mostrándose esa inocente dulzura en rostro, pero solo recibió un blanqueamiento de ojos en respuesta. No le importó, después de todo, esta no era otra de esas charlas en las que Ella intentaba convérselo de que podría volver.
—Puntal, me sorprendes —le dijo al ser en el momento que tomaba siento en su delante. Él solo repitió su previa acción y apoyó sus codos en la mesa.
—¿Cómo no podría ser puntual cuando se trata de mis intereses? —había una perfecta sonrisa en su rostro, pero Ella no se dejó llevar por eso. Le sonrió, sin algún remordimiento o rastro sarcasmo —. Asquerosamente dulce, ¿por qué siempre tienes que arruinar la diversión?
—No me gusta pelear, cielo —se encogió de hombros con una ligera sonrisa en rostro —. Vinimos acá por otra razón.
—¿Por qué querías que nos viéramos acá? Esto es algo que sería más mi escenario —los ojos oscuros vieron alrededor de la habitación. Jóvenes ebrios, fumando, sin pensar en sus acciones, el perfecto lugar donde el caos iniciaba.
—Oh, no pienses que lo hice porque quería que estuvieses cómodo, Luci —el demonio frunció el ceño. Ese apodo. Parecía dulce, pero en fondo sabía que solo lo hacía para tocar sus nervios. No podía existir un ser con tanta bondad en el corazón; simplemente se negaba a creerlo —. Es parte de lo que vengo a hablar contigo.
