"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Hey Angel – One Direction
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Sin duda, una ventaja de ser un ángel caído y estar en la tierra era el amado alcohol que tanto atraía a los seres humanos.
Ahora entendía porque varios de ellos tenían una gran fascinación con aquel líquido. Comenzaba relajándote, haciéndote sentir bien, y librándote de cualquier preocupación que pudieras tener. Nublaba tus sentidos, dándote ese sentimiento de relajación... como el que te daba un ángel. De ahí, el resto es una historia que no recordarías al día siguiente, y eso era lo mejor. No recordar.
Eso planeaba hacer esta noche.
La música sonaba lo más alto posible, el local estaba lleno de gente, como de costumbre, mientras que se encontraba en el segundo piso, en la zona VIP. Había gente rodeándolo, dándole falsos cumplidos, a los cuales estaba costumbrado. Dos chicas estaban a su lado, coqueteándole; era lindas, pero no tenía ganas de ir más allá esta noche. Solo quería ahogarse en grandes toneladas de alcohol (bueno, no tanto como para descubrir si aún era inmortal, pero entienden).
Cuando comenzó a aburrirse de escuchar los mismos cumplidos provenientes de las demás personas que lo rodeaban decidió que era buen momento para bajar al bar, y posiblemente pedirle a Calum que le rellenara un vaso con la bebida más fuerte, teniendo que aguantar la juzgadora mirada del ángel de ojos color avellana.
—Oh, ¿ya te vas? —la chica de cabello negro habló, llamando la atención de las personas que lo rodeaban. Estaba haciendo este puchero con los labios, cosa que se suponía que debía ser adorable, pero no lo fue.
—Solo iré a rellenar mi bebida —intentó convencer a la chica, al igual que los demás. Sabía que era una mala excusa, teniendo en cuenta que podía hacer que alguien más lo hacerlo, pero al parecer fue suficiente para que una sonrisa apareciera en los labios de la pelinegra.
—Te estaremos esperando —dijo la otra chica, de cabellera castaña. Asintió en respuesta, quiso acompañarlo con una sonrisa, pero le costó un poco hacerlo. Sus sonrisas falsas no funcionan muy bien el día de hoy.
No todos los días se cumplen 10 años desde que abandonaste tu antiguo hogar.
Todos los años era lo mismo, una noche anterior bebía lo suficiente para tener una resaca. También hacia lo mismo la siguiente. Era la mejor forma que los recuerdos de aquella vida se fueran. O bueno, de ambas.
Esta es la peor parte de abandonar el cielo. Tú vida pasada.
Todos los ángeles alguna vez fueron simples humanos, como con los que ahora convivía. Pero, aquellos recuerdos eran borrados en el momento que eran elegidos para convertirse en aquellos seres con alas blancas.
