"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Wrapped Around Your Finger – 5 Seconds Of Summer
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Su cuerpo era presionado contra el frio metal del ascensor, mientras sus manos estaban perdidas en unos sedosos cabellos dorados, y sus labios besaban al dueño de estos.
No pasó demasiado para que sus labios acabaran pegados a los del ángel una vez aquellas palabras hubieran sido intercambiadas, y ahora estaban aquí, dejándose llevar por todos esos sentimientos y sensaciones que aun compartían. Y, se sentía bien. No había remordimiento alguno, porque sabían que no podía estar mal.
Esto no podía ser coincidencia. Un ángel, sin una misión o tarea, no pudo haber caído en frente de un club, el mismo día que el dueño de este cumplía diez años desde que abandonó el paraíso; un ángel caído fue lo que trajo acá, uno con quien compartió otra vida. Había algo más, como si fueran parte de un... juego. Pero, ahora mismo ninguno de los dos parecía interesado en más respuestas.
Cuando las puertas del elevador se abrieron, las manos de Luke agarraron la parte trasera de sus muslos, para darle un pequeño golpe, indicándole que saltara. No tardó en hacer caso a la indicación, y envolvió el torso del rubio con sus piernas. Sus labios no se separaban, mientras los pies de este lo llevaban hasta la habitación.
Su cuerpo cayó contra el suave colchón, y fue en ese momento que se separaron. Luke lo miraba desde el extremo de la cama, donde se encontraba de pie, con sus brillantes ojos azules viéndolo. Más azules que nunca.
—Siempre fuiste tú —murmuró el ángel. Sus manos estaban metiéndose dentro de su suéter, su tacto era cálido en comparación a la frialdad a la que estaba acostumbrado. Con él siempre todo era cálido —. ¿Cómo pudiste guardar el secreto tanto tiempo? —los labios del rubio bajaban por su mandíbula, hasta llegar a su cuello, donde encontró la zona que tanto le gustaba marcar. Soltó un jadeo cuando sintió los dientes.
—T-Tenía que hacerlo —otro jadeo salió de sus labios cuando las caderas de Luke empujaron contra su entrepierna. Sus ojos seguían sobre los suyos. Querían más respuestas, y estaba dispuesto a darle cada una de ellas —. T-Tú-... Tú seguías siendo igual de... inalcanzable. C-Como la primera vez.
—Ahora estoy a tu alcance, Mike —el suéter salió de su cuerpo en ese momento, y los labios del ángel fueron pegados a su pecho. Sus manos volvieron a los rizos, y los jalaron ligeramente cuando sintió la lengua del dueño de estos sobre sus pezones —. Y no hay forma que vuelva a alejarme de ti.
Le hubiera gustado creer aquellas palabras. Fingir que ambos tendrían un final feliz en la tierra, pero no podía. Luke seguía siendo un ángel, como la primera vez lo vio, y su lugar no era aquí. Él no debía estar en este mundo lleno de pecadores. Siempre se mereció el cielo, y ahí era donde debía estar. Y, aquel pensamiento solo lo destrozaba un poco más cada día.
