"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Red Dessert – 5Seconds Of Summer
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Era de noche y la luna brillaba más que nunca. Hacia tiempo que no se tomaba la molestia de admirarla. No recordaba cuando fue la última noche que no la pasó en aquel club por su voluntad. Era lindo. Poder tener algo de tiempo para apreciar la belleza de este mundo. Al manos, eso fue único bueno de su noche.
No sabía porque seguía yendo a ese lugar. Solo llegaba, y se sentaba en la húmeda arena a observar como las olas se movían y hacían al mar elevarse. Puede que esperara que algo pasara, o alguien viniera. Pero, no. Nada pasaba, solo las olas se seguían moviendo de la misma salvaje manera y la luna reflejaba su brillo sobre ellas.
A cada paso que daba sus pisadas dejaban rastros de arena esparcidos en el blanco piso del interior del edificio, pero no era algo que le importara demasiado. Sus brazos se sentían fríos, lo suficiente para tener que buscar calor en los mismo, envolviéndolos a su alrededor.
Ingresó la llave a la cerradura, pero para su sorpresa la puerta se encontraba abierta. De manera cuidadosa empujó lentamente la puerta, para asomar la cabeza por un extremo. Había una luz, proviniendo del centro de la cala, logrando iluminar el resto de la habitación sin necesidad de que algún foco fuese prendido. Fue en ese instante que se dio cuenta de quien había invadido su hogar.
Cerró la puerta en su detrás, pero la acción no inmutó a la figura que se encontraba sentada en el sofá, dándole la espalda. La luz solo seguía haciéndose más potente a medida que avanzaba, pero no tuvo miedo. Sabía que hoy podría controlarla.
Cuando se paró en frente de la llama, los oscuros ojos se posaron sobre su cuerpo, mientras que el rostro donde se encontraban estaba cubierto por una capucha. Lo miraron, con esa mirada fría y distante, la misma con la que lo estuvieron mirando desde el primer día que se encontraron.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó. Sus ojos fueron a la llama de fuego en la mano del demonio. No era igual de intensa en comparación a la última vez que la vio, pero seguía siendo igual de potente y firme.
—Creo que yo debería hacer las preguntas aquí, querubín —el demonio se puso de pie, aún con aquel fuego encendido sobre la mano. Comenzó a dar pasado a su alrededor lentamente, examinándolo de pies a cabeza. Rodeó los ojos. Demonios, siempre queriendo verse "misteriosos" —. Cierto ángel me dijo que habías estado oliendo a mar estos últimos días. Así que, la pregunta es; ¿qué hacías en mi lugar?
Una vez los pasos del demonio se detuvieron él terminó plantado en su delante. Su ceño estaba ligeramente fruncido y una de sus cejas levantadas. La llama seguía encendida, demasiado cerca de su rostro, como si estuviera lista para salir disparada. Pero, no se movió ni un centímetro. No había nada que lo fuera a hacer apartarse. Ya no más.
