04 ×

6.1K 938 528
                                    

Soobin no es alguien especialmente nervioso, en realidad. Por lo general suele ponerse nervioso cuando sabe que se avecinan problemas, como el primer examen que reprobó en su vida, cuando tenía nueve años. Recuerda que ese día había llegado un poco más tarde de lo normal a casa, teniendo que su madre lo matara, pero el golpe nunca llegó. Solamente un suave jalón de oreja, un abrazo, y una frase que nunca olvidará.

"Una nota no te define, Soobin"

Y sin embargo, justo ahora siente que le va a dar un jodido ataque de nervios, -incluso sabiendo que no hay nada que le suponga un real problema-, y agradece a todo lo que sea que deba agradecerle que tiene un mejor amigo como Yeonjun y un hermano como Beomgyu, porque ambos están sentados cada uno de un lado acariciando tiernamente sus brazos.

-Ya, Soobi. -intenta tranquilizar el menor de los tres- Sólo serán dos horas, no te mortifiques.

-Apenas terminen las clases comeremos helado en la habitación, ¿te parece?

Bueno, tal vez Soobin es un poquito exagerado. No es como si él fuera la única persona sobre la faz de la tierra teniendo malas calificaciones y necesitando un tutor, pero entiéndanlo, sin drama, Soobin no es Soobin.

El chico suspira fuertemente, mirando con algo de ansiedad los estantes abarrotados de libros de la biblioteca, sin poder evitar pasear los ojos por el reloj de pared a su izquierda que anuncia que su tortura comenzaría en sólo diez minutos.

Beomgyu continúa murmurando palabras de ánimo en su oído, siendo completamente ignorado por su objetivo. No es que le importe, de todas formas. Está acostumbrado a la extraña actitud de su hermano mayor.

Yeonjun, mientras tanto, observa al menor de todos con ojos tan amplios que incluso parecen a punto de escapar de sus órbitas. Incluso se pregunta internamente cómo es que Beomgyu no ha sucumbido ante su intensidad.

Si tuviéramos que ponerle una fecha a cuándo comenzó el enamoramiento de Yeonjun por su dongsaeng, probablemente nos remontamos a cuando el mayor estaba en primer año y por primera vez fue a visitar a Soobin a su casa.

La profesora de lenguaje había decidido que sería divertido mandarles un ensayo de al menos diez páginas para entregar después de las vacaciones de invierno, así que a los dos amigos no les quedó de otra que reunirse ocasionalmente a juguetear y fingir que trabajaban.

Era un día extremadamente frío, claro. Las calles estaban cubiertas de nieve y todo Seúl parecía sacada de una postal navideña, y Yeonjun nunca había sido especialmente resistente a los cambios bruscos de temperatura, así que, aún si estaba cubierto hasta las orejas por todo tipo de abrigos, estaba temblando como una hoja de papel.

Y llevaba al menos diez minutos frente a la puerta de su amigo, tocando el helado timbre y sin recibir respuesta alguna.

Estaba a punto de simplemente darse la vuelta y largarse a su casa, decidiendo que tal vez hacer el trabajo él solo no era tan malo, pero apenas se volteó, su cara chocó contra la de un chico que aparentemente venía entrando.

-Dios, lo siento, no te vi. -rió melodiosamente el causante de su nueva jaqueca. Si Yeonjun hubiese levantado la cabeza en ese preciso momento, lo más seguro es que se hubiese puesto a llorar, porque Beomgyu no era nada menos que la definición de visualidad cuando reía tan alegremente, pero estaba muy ocupado sobando su frente con exageración, y tristemente perdió todo aquel episodio.

Sin embargo, la segunda vez que el chico habló, sí lo miró a los ojos, y no se puede mentir diciendo que no fue amor a primera vista.

-¿Vienes a ver a Soobin? No está en casa... -se lamenta bajito el menor, haciendo un puchero.

Math ᯽ ꒰ sookai ꒱Where stories live. Discover now