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—¡CAPÍTULO QUINCE!Pero ahora solo estaba hambrienta de recuerdos

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¡CAPÍTULO QUINCE!
Pero ahora solo estaba hambrienta de recuerdos.

Itza le había pintado las uñas por primera vez desde que vivía en su casa, se sentía raro estar tan arreglada, quizá hasta más raro que cuando llevaba toda la tierra impregnada en ella

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Itza le había pintado las uñas por primera vez desde que vivía en su casa, se sentía raro estar tan arreglada, quizá hasta más raro que cuando llevaba toda la tierra impregnada en ella.

Ella nunca se habría arreglado así para caminar por el bosque hacia la casa de cristaleras y en el camino quizás huir de cazadores. Harper no le veía sentido.

Aunque amaba lo que había desarrollado, era extraño, pero no significaba que no fuera asombroso.

Fue una noche en la que Theodore le cantaba al televisor lo perfecto que era Stiles de Teen Wolf poseído por el Nogitsune. Cuando ella sin saber lo que hacía se unió a sus cantos, saltaron por el sofá, como auténticos niños, abrazados sin dejar de mover las piernas y las cuerdas vocales.

Ya con un Theodore cansado, con la respiración acelerada y echado en el sofá, Harper se preguntó si podría hacer algo para que estuviera mejor, ella conocía perfectamente el estado del humano por haber fumado tanto, era conocedora de lo que se esforzaba el adulto para hacerla reír aunque eso significara poner en riesgo su salud. Porque Harper sabía que con lo que más luchaba el amante del cine era con el cancer, que se apoderaba de su interior como el Nogitsune del de Stiles.

Y eso la aterraba.

Así pasó, respirando entrecortado señaló el chico el televisor: Stiles poseído acorralaba a Lydia contra una pared y la obligaba a gritar.

—N-no le digas a It-Itza ni de esto.—contestó refiriéndose a lo agitado que estaba.— ni sobre es-esto o me ma-matara antes de tiempo, pero... Stydia is real.

Nadie se hubiera creído que una persona en su estado se parara a decir esas cosas, pero así era Theodore James Flitcher, así era, especial. Con los pulmones luchando por aire, el corazón pidiendo un descanso, la frente embarrada en sudor y la boca siempre abierta con una mirada traviesa para divertir a todos, él sabía esconder muy bien su dolor.

Y se estrujaba de la impotencia, porque aunque ella no supiera exactamente cual avanzado estaba el cancer del chico, él no le quería decir nada, ella sabía que la muerte siempre era inevitable, si el chico tenía que morir hoy, mañana, en cinco años o en veinte, lo haría, esas eran las reglas de la madre naturaleza.

WITCH SWAN| H.p y Crepusculo.Where stories live. Discover now