Cap. 71

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/Narradora/

Cissy corrió escaleras abajo a buscar a Molly, quien seguramente se encontraba en la cocina, no erró, ahí estaba la mujer entretenida platicando con un elfo doméstico.

-Molly, ya vienen- la mujer regordeta se paro de su silla con una velocidad impresionante pasando a un lado de Cissy, quien corrió a la chimenea, Kasandra ya le había dicho que esta estaba conectada con el despacho de Severus, por lo que no dudo ni un segundo en agarrar un puñado de polvos flu y entrar a la chimenea- despacho de Severus Snape, Hogwarts- dicho eso aventó los polvos y desapareció entre llamas verdes.

Severus recién había llegado de la cena y se encontraba revisando trabajos (muy estúpidos a su parecer) deseando terminar pronto para poder ir a dormir, o ese era su plan hasta que su chimenea se encendió haciéndolo dar un bote de su silla, pero su sorpresa fue más grande al ver a una Narcisa en pijama y de cabellos alborotados llena de cenizas en su despacho.

-¿paso algo? ¿Kasandra está bien? ¿Alguien las atacó? - pregunto Severus en cuanto la miro, ella alzó una mano en señal de que guardará silencio
-ya vienen los bebés- esas fueron las palabras mágicas para que el pelinegro agarrara su varita y saliera prácticamente corriendo- ¿a dónde vas?
-tengo que avisar a Dumbledore para salir y tengo que ir por Poppy- decía mientras salía disparado del despacho.
-¡tu ve con Dumbledore y yo voy por Poppy!- grito la rubia viendo al profesor de pociones asentir mientras desaparecía en los pasillos.

Ambos corrían lo más rápido que sus piernas les daban, mientras que en el despacho de la profesora de DCAO se encontraban 3 chicos sentados cada uno en una mesa con un papel y una pluma sin tintero enfrente.

-sus acciones dejan mucho que desear niños- decía la mujer vestida de rosa con voz melosa, Dimitrius, Harry y Elizabeth se limitaban a escuchar- y no se puede pasar esto por alto, por lo tanto creo que ustedes merecen un pequeño castigo.
-¿qué se supone que haré yo con un papel y una pluma sin tintero? - pregunto irritado Dimitrius.
-a eso iba señor Snape- contestó la mujer quien se servía una tasa de té- escribirán "no debo decir mentiras"
-pero no nos a dado tinta- dijo Harry sin entender.
-es que están usando unas plumas mías muy especiales- sonrió, a el pelinegro eso no le dio buena espina.
-¿cuantas veces? - pregunto Elizabeth.
-las que necesite para que el mensaje se le grabe- dijo la mujer.

Los tres chicos comenzaron a escribir con total calma hasta que sintieron que algo rasgaba la piel de su mano, Dimitrius miró el dorso de su mano con atención, lo que estaba escribiendo se le estaba grabando en la mano en cortes que comenzaban a arder, fue entonces cuando entendió lo que esa mujer quería lograr, humillarlos con esa marca para que los demás vieran a que se enfrentaban cuando se metían con Dolores Umbridge y con el ministerio, Dimitrius miró por el rabillo del ojo como los dos Potter estaban absortos ante lo que estaban viviendo.

-¿pasa algo queridos? - pregunto Dolores con una sonrisa en su rostro.
- creo que ya hemos entendido el mensaje profesora- dijo Harry.
-en ese caso se pueden retirar- los mellizos agarraron sus cosas y comenzaron a salir, pero los vio detenerse en la puerta.
-¿usted no lo a entendido aún señor Snape?- pregunto la mujer con cara de sapo, los Potter esperaban también la respuesta del chico.
-aún no profesora- no se dejaría humillar de esa manera, si ella podía él podía más, era Severus Dimitrius Snape, hijo del mejor pocionista de todo Reino Unido, hijo de la mujer más grande que conocía, si había podido aguantar las torturas del señor tenebroso podía aguantar los cortes en la piel, si tenía los suficientes con suerte la correrían del colegio, o por lo menos no la dejaría bien parada con los alumnos, menos con su padre y su madre.
-entonces siga.

Volvió a poner la pluma en el papel, escribió una y otra vez aquella oración sintiendo como esta también se escribía en su mano, mientras más escribía el dolor que sentía cuando su piel era cortada iba subiendo de poco a poco por su brazo, sangre comenzaba a salir cada vez que se hacía una nueva marca, la mujer estaba absorta pues parecía que la pluma no le estaba haciendo ni cosquillas al muchacho, quien obviamente sentía dolor pero lo ocultaba tras una cara completamente seria, al terminar con una cara del papel sintió como la tela de su camisa se pegaba a su piel mojandola en sangre hasta casi llegar a su hombro, pero no se detuvo hasta la mitad de la otra hoja, para entonces el dolor y la sensación de mojado había llegado hasta la mitad de su pecho derecho, su túnica también estaba mojada, había perdido la noción del tiempo.

La Copa De La Vida  [Severus Snape]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora