Capítulo doce

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Había pasado tanto tiempo con Gael que el atardecer cayó encima de ellos cuando salieron del edificio, Erick iba distraído contestando mensajes mientras Anastasia caminaba a unos pasos de distancia, recordando el consejo de Gael cada vez que se sentía inferior al mirar al imponente Erick.

— ¿RCO es una de las compañías de tu padre? — Preguntó de la nada. —Lo había estado pensando, RCO en realidad significa Russo's Company ¿Verdad? Leí un par de artículos sobre ella en internet, es el número uno en cuanto al entretenimiento y el modelaje, una verdadera joya que perseguir. Pero tu nombre no aparecía en los registros hasta hace poco, en tu lugar había otra persona... Uhm, ¿Cuál era su nombre? — Lo vio detenerse, lo cual le dio la oportunidad de alcanzarlo — ¿Marcos? ¿Matthew? ¡Ah, ya sé! Se llama Máxim... ¡Ugh!

— Escúchame bien porque esto solo pienso decírtelo una vez: Nunca en tu vida vuelvas a mencionar ese nombre ¿Me escuchaste? Jamás. — El odio con el que Erick apretaba su cuello y la mirada iracunda de sus ojos le hizo saber que había tocado un punto sensible, Anastasia sujetó su muñeca con ambas manos, buscando sobrevivir. — No pienses que puedes darte ciertas libertades solo porque te estoy tratando bien, tú único trabajo aquí es verte bonita y mantenerte con la boca cerrada ¿Lo entendiste? Tú no me conoces, deja de pretender que sí y conoce tu lugar.

¿Por qué Erick reaccionaría tan agresivo solo por mencionar a una persona?

Anastasia asintió tanto como pudo, las palabras ni siquiera salían de su garganta.

El dolor en su cuello continuó ahí incluso cuando la soltó, Anastasia tosió en su intento de recuperar el oxígeno, de rodillas sobre el suelo. — Solo... Solo quieres amarrarme como a un perro.

— Puedes tomarlo como quieras, realmente no me importa. — Miró la hora en su reloj, se lo veía impaciente. — ¿Podrías apresurar tu camino? Llegaremos tarde.

— Si realmente no te importa entonces déjame ir en paz. — Anastasia se zafó de su agarre cuando comenzaron a halarla hacia el auto. — Ya te dije que no quiero nada de ti, pero tú solo sigues haciendo lo que se te da la gana y arrastrándome a hacer lo que quieres.

— Si tanto te quieres ir eres libre de hacerlo. — Contestó Erick, dándole esperanzas vanas. — Pero entonces tendrás que regresarme hasta el último centavo que le di a tus padres a cambio de llevarte conmigo, de no hacerlo irás a prisión.

— ¿Qué? Me estás jodiendo — Anastasia se rió a secas, con sarcasmo. — Tú fuiste quien le dio el dinero a mis padres, ellos nunca te lo pidieron.

— ¿Creíste que iba a ofrecer esa cantidad, así como así? se ve que no sabes de negocios, pequeña e inocente liebre. — Sonrió con cinismo — He comprado un producto a sus dueños legales, por lo cual pasa a ser de mi propiedad con una garantía de un año por lo mínimo. ¿Qué pasa cuando el producto sale defectuoso? Te devuelven el dinero ¿No? Por supuesto, no puedo soportar una situación donde salga perdiendo...

— Ve al grano, Erick.

— Bien. — Se encogió de hombros. — Ofrecí esa cantidad de dinero con la condición de que la única manera de que pudieras librarte de mí fuera si me regresan el doble de todo lo que invertí al comprarte, digo, por daños a la moral ¿Verdad? De no hacerlo tú y todos los tuyos irán a la cárcel por estafa.

— No, no puedes hacer algo así. Eso ni siquiera es legal. — Contestó. — Axel no sería tan estúpido como para aceptar su propia sentencia de muerte.

Erick suspiró, sacando un trozo de papel doblado de los bolsillos y se lo extendió. — Yo lo pensaría dos veces antes de medir el nivel de incredulidad y egoísmo de los demás, las personas avariciosas solo ven la cara de la moneda donde se benefician ellos mismos.

Esposa del CEOWhere stories live. Discover now