Final

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Había comprado un pastel del sabor favorito de Anastasia y una botella de champagne para celebrar su nuevo logro, Erick estaba orgulloso de ella y de verla tan motivada a perseguir sus sueños. Salió tan rápido como pudo de la compañía cuando recibió el mensaje donde ella le dijo que la aceptaron, su nuevo secretario se encargó de organizar los documentos que le faltaban, permitiéndole retirarse primero.

Era un joven bastante capaz, aunque a veces ponía expresión de cachorro asustado, la cual le recordaba a Anastasia en un principio.

Ella había dejado esa fase atrás con solo un pequeño empujoncito de su parte.

Siempre había visto potencial en ella, probablemente esa fue una de las razones que la llevó a contratarla pese a que nunca mantenía contacto con sus encuentros de una noche, Anastasia fue perfectamente capaz de reemplazar a alguien como Rebecca y ganarse un lugar en su corazón.

— ¿Quién diría que esa niña me terminaría enloqueciendo de esta manera? — Erick negó con la cabeza, entre risas mientras sujetaba el volante.

Antes de seguir de largo para dirigirse al lugar donde Anastasia lo estaba esperando le pareció ver a alguien familiar, Máximo había dicho que saldría temprano a caminar porque no le gustaba estar encerrado tanto tiempo.

Pensó en que él iría de regreso a casa, pero este pensamiento se desvaneció cuando lo vio tomando un desvío hacia un lugar apartado de la ciudad, conocido por sus asaltos constantes.

Llegando a un punto donde le fue imposible ver algo dentro del auto se estacionó y comenzó a seguirlo a pie, de manera un poco más discreta, él estaba más alerta que de costumbre, y para ser alguien que ''Jamás había pisado un barrio bajo'' Lo conocía demasiado bien, pese a que para Erick era como un laberinto donde todo el mundo lo veía extraño.

— ¿Te aseguraste de que nadie te siguió? — Se mantuvo oculto al escuchar a un hombre desconocido hablarle a Máximo.

— ¿De verdad crees que esos ricachones son capaces de seguirme a un lugar como este? — Preguntó Máximo con un tono de burla. — La tierra en sus zapatos les enfermaría de gravedad.

Ambos rieron, Erick contuvo sus ganas de interrumpir la escena solo para ver a dónde llegaban.

Como evidencia les estaba grabando.

— ¿Cómo van las cosas entonces?

— Hasta ahora bien, esa mujer sigue siendo un hueso duro de roer pero estoy seguro de que pronto me terminará aceptando.

— Excelente, sabes que ella es nuestro objetivo principal. — Aquel hombre le entregó un maletín. — Esta es tu paga de la semana por hacer un buen trabajo, Fred. Solo hazte pasar por ese niñato un par de meses más y recibirás lo que te prometimos.

— Es molesto hacer esto.

— No tenemos otra opción, aumentaron sus niveles de seguridad desde que colamos el vidrio dentro de su comida.

Erick alzó una ceja, llevándose la sorpresa más grande de su vida cuando reconoció al hombre que le entregó el dinero a Máximo.

Su corazón roto se cegó ante la ira corriendo por sus venas, Erick se regresó a toda prisa al vehículo y azotó la puerta, se lamentó por Anastasia, pero dentro de su furia no podía pensar en otra cosa más que en llegar rápido a la casa familiar.

— Hijo ¿Por qué entras de esa manera? ¿No te enseñaron a tocar primero? — Dijo Anthony cuando Erick pateó la puerta de su despacho al entrar.

— ¿Por qué tengo que ser miserable para que puedas vivir tranquilo? Estaba dispuesto a perdonarte ¡Pero has llegado demasiado lejos, Anthony! — Dada la confusión de su padre Erick le enseñó el video. — El vidrio en la comida fue obra tuya ¡Todo este tiempo has estado moviendo tus hilos para que Anastasia y yo seamos infelices juntos! ¿Pero mandar a uno de tus hombres a pagarle a un desconocido para que se haga pasar por Máximo? Has caído en lo más bajo de la sección de escorias.

— Todo lo he hecho por tu bien, esa mujer no te conviene. — Anthony no se arrepentía de lo que había hecho. — Solo estoy haciendo lo que cualquier padre haría por su hijo cando ve que está a punto de caer en la miseria.

— ¡Usted solamente se preocupa por sí mismo y la compañía! Todo lo que ha hecho es entrenarme y tenerme como a un perro fiel a su lado ¡Estoy harto, padre, HARTO! ¡Harto de que acepte lo que hizo como si no fuera nada! ¡Harto de sufrir por cosas que no son mi culpa! ¡Harto de la falsedad que todos muestran conmigo! — Los gritos de Erick resonaban por todo el salón. — Anastasia es lo único real que tengo en mi vida y no voy a dejarla ¡¿Me escuchaste?!

— Esa mujer nunca podrá ser merecedora de llevar nuestro apellido.

— ¿Por qué odia tanto a Anastasia? ¿Se debe a que fue una secretaria? ¿Qué tiene que ver eso? Mi madre era camarera cuando usted le desgració la vida.

Anthony rió. — Jamás podría darle el apellido Russo a la hija biológica de Óscar Milani. — Escuchar tal cosa hizo que Erick se detuviera en seco, sin comprender. Anthony afirmó su bastón sobre el suelo con orgullo. — Que la mujer con la que contrajiste nupcias es nada más ni nada menos que la hija de Óscar Milani, el famoso reportero conocido por su alta traición y la publicación de todos los secretos de nuestra familia, noticia con la que saltó a la fama después de ser un chupamedias profesional.

Eso era imposible. — Me estás jodiendo. — Erick no creería semejante barbaridad, ya no creía en las palabras de su padre siquiera. — Además, ¿Qué tiene que ver? No me importa si es su hija o no porque yo amo a Anastasia y no la voy a dejar.

— Mientras seas un Russo y trabajes para mí tendrás que hacer lo que yo diga, y yo digo que quiero un divorcio de ustedes antes de que cumplan su primer año de casados. Si no te gusta la puerta está abierta.

— Usted no le pierde a nada ¿Verdad? Pues se acabó. — Erick se quitó la corbata, la arrojó al suelo y la pisoteó con todas sus fuerzas. — Estoy harto de ser tu títere, me iré as París con Anastasia en dos semanas y no regresaré, ¡Renuncio!

— ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

— ¡Me estoy largando! ¿Acaso no viste venir que algún día me cansaría? ¡Pues ese momento es ahora!

— ¡Tu padre te ordena que regreses, James!

— Usted no es más que un maldito viejo controlador que no se interesa por nadie además de sí mismo y que morirá solo pudriéndose bajo sus toneladas de dinero. — Respondió. — A ver cómo manejará con los medios que su heredero decidió presentar su renuncia.

Erick estaba agitado cuando terminó de hablar, una combinación de sensaciones extrañas tenía el control sobre su cuerpo, no tenía nada más que hacer allí, por esa misma razón decidió marcharse mientras la mirada se le cristalizaba.

Todo lo que rogaba era por regresar con Anastasia.

Su padre dejando caer su taza de té lo hizo girarse, todo su cuerpo palideció cuando vio que Anthony se sujetaba el pecho mientras una mueca deformaba su rostro, Eric lo atajó antes de que cayera al suelo y de inmediato empezó a gritar por ayuda.

Su visión se tornó borrosa, sintiéndose casi como si estuviera fuera de sí. El pánico se reflejó en su rostro y las voces a su alrededor se escuchaban distantes, casi como si estuvieran a kilómetros de distancia.

Anthony se agarró del pecho con fuerza, retorciéndose ante el contundente dolor de su corazón deteniéndose de manera abrupta antes de dejar caer su cuerpo inerte sobre el suelo, su última mirada se dirigió hacia Erick y luego se dejó llevar entre los brazos de una muerte súbita.

Continuará

Esposa del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora