Capítulo treinta y tres

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— Traer niños desde el orfanato ¿En qué cabeza cabe? — Sentado justo al fondo, apartado de los demás estaba Anthony Russo, riéndose de las ocurrencias de su hijo con un tabaco en la mano. — Solo lo está haciendo para impresionar a esa secretaria.

— Me jugaría mi sueldo entero a que cuando ella lo deje se arrepentirá de la humillación que se está haciendo a sí mismo en este momento. — Añadió otro hombre de edad avanzada. — Esperemos que entre en razón antes de que haga algo alocado durante el aniversario fúnebre de Máximo.

— No se preocupen, mi hijo no sería tan estúpido como para arruinarlo. — Comentó con seriedad Anthony, mirando a los demás llevando y rayendo cajas misteriosas. — Que de eso me encargo yo. Esa chiquilla ya se ha entrometido bastante en los asuntos de esta familia.

Ante sus ojos Anastasia era un obstáculo complicado, pero no imposible de quitar de en medio. Anthony Russo no se daría por vencido y usaría todas sus fuerzas para recuperar la normalidad de su familia y su vida, restableciendo las cosas a como eran antes de que Anastasia llegara: Cuando todavía tenía a Erick en la palma de su mano.

— Señor Russo, es un placer finalmente conocerlo. Soy Edith Donaire. — Estiró la mano hacia Anthony con una sonrisa, él tardó antes de aceptarla, sin saber quién era. — Soy la Exnovia de su hijo, planeábamos casarnos antes de que Anastasia llegara.

El hombre que estaba la izquierda de Anthony la reconoció de inmediato. — Ella es Edith, de la familia Donaire, se dice que su padre es un hombre exitoso de negocios y su madre fue modelo internacional durante su juventud. La joven Donaire se graduó en una de las academias más prestigiosas con notas perfectas y ganó incontables concursos de belleza cuando era una niña.

— Señorita Donaire, vaya. Al parecer ha heredado la belleza de su madre. — Anthony mostró su sonrisa a la chica. — Es una pena que mi hijo no haya sabido aprovechar tan buen partido como lo es usted ¿A qué debo el honor de tu presencia?

Edith rechazó una copa de vino al mesero. — ¿Cree que podamos hablar en privado? — Preguntó. — Lo que tengo para decirle es muy importante, tiene que ver con el futuro de la familia.

Anthony se lo pensó, sus ojos se enfocaron en Anastasia a la distancia y luego en Edith cerca de él, entonces sonrió. — Por supuesto ¿Por qué habría de negarle nada?

Ambos se retiraron un poco del bullicio, sin embargo, los escoltas de Anthony todavía lo seguían a algunos pasos de distancia.

— ¿De qué querías hablar, pequeña señorita?

— Señor Russo, yo siempre he querido lo mejor para su familia y la mía. — Comentó Edith. — No quiero que tome a mal lo que voy a decir porque usted debe apreciar mucho a su nuera — Vio con satisfacción la pequeña mueca que hizo Anthony al mencionarla. — Pero estoy completamente segura de que Erick no ama a esa mujer y de que lo está utilizando para hacerse con la fortuna de la familia, ella tiene un amante.

— Señorita Donaire, ¿Conoce usted la magnitud de la acusación que está lanzando? — Preguntó Anthony. — El hecho de que yo acepte o no a mi nuera no me da el derecho para levantar falsos contra ella y manchar el nombre de esta familia, creí que usted era mejor que eso.

— ¡Por supuesto que conozco el riesgo! ¿Creería que vendría a decirlo si no estuviese segura de lo que vi? — De un pequeño sobre de papel sacó algunas fotografías de un hombre borroso charlando con Anastasia a la entrada de la compañía y en otra donde ella le entregaba a él algunos papeles. — Este es su amante.

Pero Anthony solo alzó una ceja y se las regresó. — Ni siquiera se ve que son unidos, además, ¿Hablaría con su amante precisamente frente a la compañía donde trabaja su marido? Tan estúpido no soy, si quiere que tome cartas en el asunto necesitará pruebas más contundentes que eso.

Esposa del CEOWhere stories live. Discover now