Capítulo dieciocho

22K 1.2K 60
                                    

— Bien, esto es lo que querías ¿No? — Erick, recién llegado del trabajo dejó los documentos sobre la mesa, justo en el momento en que Anastasia estaba cenando. — Están revisados por un abogado, todo lo que acordamos está registrado aquí y solo necesita que lo firmemos.

— ¿Estás seguro de que no hay ninguna trampa en esto? — Anastasia tomó los papeles mientras Erick se sentaba justo en frente de ella.

— Soy un hombre de negocios, cumplo con mi palabra. Pero revísalo si es que quieres.

Eso hizo Anastasia, suspirando de por medio. — Recuerda que debes cumplir con esto, Erick. Sobre todo las tres primeras cláusulas. — Estaba tratando seriamente el asunto, agradecida de que Erick hubiese cumplido con formalizar el contrato entre ambos. — Sabes cuales son ¿Cierto?

— Fidelidad, permanencia y...

— Y nada de secretos, Erick. — Se percató de que él no quiso terminar de hablar, motivo por el cual lo interrumpió y terminó la oración en su lugar. — No quiero saber que me ocultarás cosas a partir de ahora, debes confiar en mí si quieres que esto funcione, yo tampoco te guardaré secretos. Dime, ¿Estás preparado para eso?

Había sido una regla que añadió a propósito, la más fácil de romper y probablemente aquella que la llevaría al divorcio que tanto ansiaba, porque estaba completamente segura de que Erick jamás le hablaría sobre los demonios que lo atormentan.

— Hay puertas que es mejor mantener cerradas. — Fue todo lo que dijo al respecto.

— Este matrimonio no puede funcionar si además de mentirle a los demás nos mentimos a nosotros mismos.

— No espero que funcione, solo que sea creíble.

— Sí, esa es tu respuesta para todo. — Desde el fondo de su corazón ya estaba cansada de pelear con él por cosas sin sentido, llegando a un punto donde ni siquiera le importaba. — Pero algún día tus propias palabras serán una carga para ti.

Anastasia firmó el contrato, no tenía más palabras que gastar de manera innecesaria.

— La bomba ya ha sido lanzada. — Dijo de repente, atrayendo la atención de ella. Cuando Erick notó que no tenía ni idea de lo que hablaba, prosiguió. — Ya se corrió la noticia sobre el evento que hará mi padre para presentarte, has despertado la curiosidad de todos.

— Es algo normal considerando que no invitaste a nadie a la boda ni que tampoco tuvimos luna de miel.

— No necesitábamos algo como eso, es como ver a una turba de buitres acechando sobre un trozo de carne.

— Sé sincero por una vez en tu vida: No querías que me conocieran. — Contestó, él pareció removerse en su asiento con inquietud.

Anastasia regresó a su cena, comenzaba a sentir menos hambre con la sola presencia de aquel hombre. De nuevo todo se convirtió en silencio, no lo rompió, solo esperó a que se marchara y la dejara sola, como siempre hacía.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para querer luchar contra él, sin embargo, Erick seguía sin marcharse, poniendo las cosas aún más incómodas.

— Ana, te ha llegado un paquete... — La voz de Emily fue quien la sacó de apuros, saludó a Erick con un asentimiento y se acercó a ella. — El del correo está en la entrada esperando a que firme.

Erick alzó una ceja cuando la miro y ella se encogió de hombros; tampoco tenía idea de qué podía ser. — No he pedido nada, pero ¿Dónde está el paquete?

— Pues, tiene que verlo con sus propios ojos. — Esa respuesta fue mucho más extraña.

De inmediato se pusieron de pie, acelerando los pasos rumbo hacia la puerta donde se encontraba el hombre de correspondencia con una mueca en el rostro cuando se giró para enseñarles el envío.

Esposa del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora