Capítulo cuarenta y uno

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El asunto del robo de su móvil le pareció demasiado extraño, nadie había visto nada sospechoso ni fuera de lo común, todo estaba en perfecto orden. Pero justamente ese día en que Gael decidió usar el estudio había mantenimiento y cambio de varios equipos de seguridad que estaban dañados por antigüedad, la cámara de vigilancia de Anastasia fue retirada por breves instantes y reactivada luego.

— ¿Cómo puede ser posible que no podamos confiar en ninguno de ustedes? ¿Dónde creen que estamos? — En un santiamén Erick había detenido las sesiones fotográficas y paralizado las labores dentro del estudio. — Hasta que no aparezca el celular de mi esposa nadie saldrá de aquí.

El único defecto de esa acción era que las miradas de odio se dirigían a ella, muchos la tacharon de exagerada debido a que su esposo hizo un drama por un simple teléfono móvil.

Pero no lo detendría, era impensable que en una sociedad enlazada a RCO ocurriera algo como un robo, completamente imperdonable.

— Si no aparece el móvil de Anastasia les juro que todos estarán despedidos. — Anunció Gael.

Las amenazas y los gritos no bastaban cuando ninguno abría la boca más que para dar excusas.

Anastasia trató de hacer memoria, estaba completamente segura de que su móvil quedó dentro del camerino. No estaba en ninguna otra parte, ni en el baño ni dentro del auto de Erick, solo en el camerino.

— Tanto escándalo por un teléfono, ¿Por qué no le compran otro y ya? — El dueño de aquella pregunta fue Apollo, que recién llegaba a la escena junto a Edith.

Anastasia se giró de manera brusca hacia ellos.

— No es por el teléfono, es IMPERDONABLE que en este lugar haya ocurrido algo como un robo. — Explicó Eric, cuya paciencia llegaba a su límite.

— ¿Es necesario acosar de esa manera a estos pobres empleados que solo hacen su trabajo? Ana es un poco torpe, seguramente lo tiene dentro de su bolso y siente vergüenza de confesarlo ¿Por qué no lo sacas ya y acabamos con esto? — La sonrisa sarcástica de Edith que por fuera aparentaba ser amigable sacó de quicio a Anastasia.

— Creo que estás muy interesada en terminar con esto ¿No es eso sospechoso? — Anastasia caminó hacia su dirección, abriendo su bolso y volteándolo para que todas sus pertenencias cayeran al suelo. — No hay nada, ¿Por qué no muestras el tuyo ahora?

— Qué es lo que estás insinuando. — Apollo se puso en el medio, defendiendo a Edith.

— Estoy insinuando que la razón por la que Edith insiste tanto en que cerremos el caso es porque sabe dónde está mi teléfono, entonces ¿Por qué no nos muestras lo que traes en tu bolsa? Digo, nada teme el que nada debe. — Anastasia sonrió devuelta.

Y las miradas ahora se concentraron en Edith.

— Ana, creo que estás llegando demasiado lejos.

Anastasia interrumpió a Erick y estiró la mano hacia Edith. — Quiero mi móvil de regreso.

— Tú... — Masculló Apollo.

Pero Edith lo detuvo. — No sé qué es lo que he hecho para que me acuses de esta manera.

— Robarte mi móvil mientras las cámaras estaban siendo renovadas. — Ana mantuvo la mano estirada, aun cuando el rostro lloroso de Edith le causó mal agüero. — Abre el bolso, ahora.

La única razón por la que se estaba haciendo la víctima y no cedía era porque Anastasia tenía razón en decir que fue ella, podía verlo en el brillo malicioso de sus ojos.

Pero Edith no era como cualquier otra persona, su intelecto y astucia lograba ponerla siempre a dos pasos por delante de sus víctimas.

— ¿Estás contenta ahora? — Le entregó el bolso a Erick.

Él se mostró estupefacto, al grado en que no quiso decir nada.

— Erick, deja de defender a esa zorra y confirma que es mi móvil el que está ahí adentro. — Lo apresuró Anastasia. — ¿Qué tanto haces? ¡Apresúrate!

Era hora de desenmascarar a Edith frente a todos.

— ¿Qué es esto...? — Erick se confundió, suspiró con resignación y le regresó el bolso a Edith mientras se frotaba el entrecejo con los dedos. — Lamentamos las molestias, hablaré con mi esposa.

— ¡¿Por qué estás entregando la evidencia?!

Erick la detuvo cuando Anastasia intentó arrebatarle el bolso a Edith y llevándosela a rastras.

— ¡¿Qué crees que haces?! ¿Por qué tienes que defenderla?

— ¡Ahí no hay nada, Anastasia!

— ¿Eh? — Ella se detuvo de repente. — ¿Nada?

— Tus acusaciones fueron en vano, te dije que no te precipitaras. — Erick estaba enojado. — ¿Crees que es divertido acusar a alguien de algo sin tener pruebas?

— Pero sabes bien qué tipo de mujer es Edith ¡Esa mujer te drogó y probablemente se embarazó! ¡Por supuesto que ella planeó todo esto! ¡Es capaz incluso de haber puesto el vidrio en mi comida!

— Tienes una gran paranoia con Edith, no puedes culparla por todo lo malo que pasa. ¿Qué dirán los medios si ella te delata por acusarla? Nos harán ver como una puta broma.

— ¡¿Y a mí qué carajos me importa lo que digan los medios?! ¡Toda mi vida he soportado que los demás me pisoteen como les da la gana! No pienso permitirlo ni una vez más, Erick, no lo haré. — Se soltó de su agarre. — Esa mujer incluso es capaz de hacer pasar a un completo extraño por Máximo Russo con tal de lograr su objetivo, pero tú estás demasiado ciego para darte cuenta.

— ¡Eso no es cierto! ¡Es imposible! Hasta la persona más despiadada del mundo tiene sus límites.

— Edith Donaire no conoce límites. — Anastasia miró el rostro de Erick y su expresión. — ¿Por qué la estás defendiendo tanto?

Al principio dudó para responder.

Pero luego contestó tras recordar que Anastasia no descansaría hasta sacarle la verdad.

— Es solo que... Si ella va a ser la persona que dará a luz a mi hijo pensé que lo mejor sería seguirle la corriente.

Al escucharlo Anastasia se atragantó con su propia saliva. — ¿Perdón? ¿La madre de tu hijo? ¿Acaso escuché bien o de verdad estás aceptando lo que hizo?

— Es un niño que no tiene la culpa de nada, Anastasia. No puedo dejarlo tirado, mi sentido de la moral no me lo permite. Sé lo desagradable y solitario que es el hecho de que tu padre te haya dejado botado.

— No, esto no es por tu ''Sentido de la moral'' — Negó ella. — Esto lo haces porque tienes miedo de que Edith abra la boca y te hundan los medios, tanto que no harás nada más que aceptarlo. — El silencio de Erick le confirmó. Anastasia rió a secas. — Prefiriendo lo que los demás piensen de ti, no has cambiado nada, me das asco.

— ¿A dónde vas? — Preguntó Erick cuando la vio marcharse sin él.

— A cualquier lado menos a casa, en este preciso momento no quiero verte. — Contestó.

En ese preciso momento la relación de ambos que avanzaba a pasitos de bebé dio un enorme salto hacia atrás.

Esposa del CEOWo Geschichten leben. Entdecke jetzt