Capítulo quince

23.3K 1.3K 33
                                    

El vehículo aceleró y se marchó con Félix en él, llevándose todas las esperanzas que le quedaban a Anastasia.

— ¿Qué decías sobre el amor que todo lo puede? — La burla en el tono de voz de Erick la sacó de quicio.

— ¡Eres un descorazonado! ¡¿Por qué tienes que arruinarlo todo?! — Dentro de su mismo dolor y las lágrimas que no dejaban de caer por sus ojos tristes comenzó a lanzar golpes contra el pecho de Erick, quien no se movió en lo más mínimo. — ¿Por qué siempre tienes que salirte con la tuya?

Sintió los brazos de Erick rodeándola en cuanto su llanto se hizo casi imparable, transmitiéndole el calor de su cuerpo. — Eso es porque sigues confiando en las personas equivocadas.

— ¿Y en quién se supone que debería confiar? ¿En ti? No me hagas reír — Anastasia lo apartó, secándose las lágrimas combinadas con maquillaje corrido en su rostro. — Lo conseguiste, me has capturado ¿Estás contento ahora? ¡Bien! Continuemos con esta maldita farsa y terminemos con todo ¡¿Qué más da?! Ya arruinaste mi vida ¿Qué más puedes empeorar ahora?

No se dio el tiempo para escuchar la respuesta de Erick, sumergida dentro de su misma furia arrastró el vestido de regreso.

— ¡Dios mío! ¡¿Pero qué te ha pasado?! — Los gritos de Gael regañándola resonaban por todo el edificio. — ¡De nuevo te ves como un mapache! Y tú cabello... ¡¿Por qué sigues llorando?! ¡Sécate las lágrimas antes de que todo mi trabajo se arruine más!

Y por ese pequeño incidente la boda se retrasó un par de horas más.

* * *

Nunca había asistido a una boda donde la novia no fuera escoltada por su padre, tampoco había damas de honor caminando delante de ella ni pequeños niños tratando de no dejar caer los anillos mientras caminaban. La inmensa puerta de madera se abrió para ella al inicio de la tradicional música para bodas, en los oídos de Anastasia se sentía como si tuviera un martillo golpeándole la cabeza sin piedad en un recordatorio constante de su sacrificio.

Erick ya estaba esperándola al final de su recorrido sobre una alfombra roja en medio de hileras de sillas vacías, además de los novios y quien los iba a casar solo estaban Emily y Gael sentados en la primera fila, en su rostro había una gran decepción, lo comprendía, Anastasia tampoco se esperó que no hubiera ningún invitado además de algunos paparazzis colados al final, casi imperceptibles.

Y allí estaba, luciendo hermosa para alguien que jamás lo valoraría. Caminando hacia al altar de la mano de nadie, porque no había nadie para entregarla, rumbo hacia su nuevo futuro donde se convertía en la marioneta legal de Erick.

Por un momento quiso salir corriendo, sin embargo ¿A dónde huiría? No tenía trabajo, ni casa propia, tampoco familia ni amigos que pudieran tenderle la mano, Erick se había encargado de ponerla en una posición donde no le quedara de otra que aceptar su ayuda.

— Estamos aquí reunidos para... — Anastasia se aburrió en cuanto comenzó el discurso, decidiendo no escuchar semejante mentira. Erick la tenía tomada de la mano, no podía quitarla mientras las cámaras estuvieran apuntando a ellos, solo sonrió y siguió pretendiendo que no era el día más espantoso de su vida. — Bien, Erick Alexander Russo ¿Aceptas a Anastasia como tu legítima esposa, para amarla y cuidarla en la salud y la enfermedad hasta que la muerte los separe?

Erick mostró una sonrisa, la típica de alguien que ha alcanzado un nuevo logro. — Acepto.

Y luego se dirigieron a ella. — Y tú, Anastasia Carolina Wilde, ¿Aceptas a Erick como tu legítimo esposo, para amarlo y cuidarlo en la salud y la enfermedad hasta que la muerte los separe? — El corazón le golpeó dentro del pecho, ese era el momento decisivo, Anastasia miró a los alrededores, Erick lucía tan tenso como Emily y Gael al ver que seguía sin responder. — ¿Anastasia?

Esposa del CEOOnde histórias criam vida. Descubra agora