Prólogo

712 29 27
                                    

Nueva York, Estados Unidos

12 de julio, 2012

Vanya

Mis manos se aferran a sus hombros, no quiero despedirme. Estoy tan acostumbrada a pasar tiempo con él que cuando estamos separados siento que algo importante me falta.

─Fue un buen día, amor.

Hoy recorrimos restaurantes todo el día según él para aprender de buena comida, solo porque le dije que no me gustaba la lasaña, lo que Freyr no sabe es que no me gusta su lasaña.

─Todos los días a mi lado son grandiosos ─presumió.

─Engreído ─le molesto riendo.

Ríe y se acerca para unir sus labios con los míos, besarlo se sigue sintiendo como la primera vez las chispas siempre están ahí, muchos piensan que por tener dos años juntos la relación puede volverse aburrida, por el contrario, con Freyr la monotonía ni siquiera es una opción.

─Déjame entrar, subiré un momento a tu habitación y te recordaré cuánto amas a este engreído ─me dice mirándome fijamente y con sus manos en mi cintura.

─Mi mamá está por llegar y ella te demostrará cuánto odia que profanen su casa ─respondo dándole un beso casto.

─Será en otra ocasión ─Acerca sus labios a mi oído y me susurra ─, la próxima vez subiremos te lo aseguro.

No lo negaré su proposición me emociona, no somos capaces de quitarle la mano de encima al otro.

─Vaya eso fue caliente ─me alejo de él en busca de mi autocontrol.

Abro la puerta de mi apartamento y me giro para despedirme de él.

─Lo sé ─dice con su habitual sonrisa engreída.

─Adiós amor, gracias por el día de hoy ─Me sonríe, joder, amo su sonrisa.

─Te amo, Nya ─Presiona sus labios sobre los míos en un beso casto. Sus "te amo" me hacen querer llorar de felicidad.

─Te amo, Freyr ─le abrazo con fuerza.

Debí abrazarlo un poco más.

Debí besarlo un poco más.

Me despido de él y entro a casa. Mamá está trabajando y Jackson salió con sus amigos, lo cual últimamente pasa siempre, así que estoy sola en casa.

Estaba por dirigirme a mi habitación cuando el teléfono de la sala suena, camino hasta esta y lo contesto.

─Buenas tardes, ¿es usted familiar de Jackson Belov? ─Pregunta una voz desconocida y eso me preocupa.

─Sí, soy su hermana ¿Pasa algo? ─Intento mantener el control ante el mal presentimiento que he sentido todo el día. Salir con mi novio me distrajo un poco, pero el dolor en mi pecho no se fue nunca.

─Su hermano llegó a nuestro hospital hace unas horas, hemos intentado comunicarnos con sus familiares desde entonces.

«Dios no, por favor que esté bien»

─¿Cómo está? ─El miedo me invade y cierro mis ojos rezando para que todo esté bien.

Debí rezar más.

─No podemos darle esa información por este medio, necesitamos que se dirija a nuestro hospital ─Me da el nombre del hospital donde lo tienen e intento memorizarlo.

─Solo dígame si está bien.

─Lo siento ─Cuelga la llamada ignorando mi súplica.

Mis manos tiemblan, algo en el ambiente cambia y siento como si mis piernas se debilitaran, mi primer instinto es correr hacia la puerta donde me encuentro a mi madre.

─¿Qué pasa, niña? ─pregunta notando mi agitación.

─Jack...─Es lo único que logro decir.

Cuan llegamos al hospital, pedimos información y solo nos dicen que llegará un médico para darnos información.

Nos sentamos en la sala de espera. Son las siete de la noche y hay demasiadas personas, según lo que oí hubo un accidente de tránsito que dejó muchos heridos. Veo pasar doctores, enfermeras con heridos de un lado a otro por una hora.

Los hospitales me asustan porque se siente tanta angustia en el ambiente, todos en esta sala esperan respuestas de sus familiares o amigos, algunos doctores se acercan a ellos para terminar con su angustia. Al recibir respuestas algunos se alegran agradeciendo a Dios, otros lloran por su pérdida y otros como yo solo nos queda rezar.

─Familiares de Jackson Belov ─Se acerca un médico con cara apenada y eso enciende mis alertas.

─Somos nosotras ─Hablamos al unísono y nos levantamos para recibir la noticia.

─Yo soy su madre, Hanna ─dice mi mamá.

─Señora, su hijo llegó por sobredosis, uno de los chicos con los que estaba llamó a la ambulancia ─No, no, él prometió que lo dejaría ─, hicimos todo lo posible, a pesar de nuestros esfuerzos no pudimos mantenerlo con vida, llegó casi sin pulso, su hijo falleció, lo sentimos.

Mi mundo cayó, algo en mi cabeza se negaba a aceptar ese hecho. Lo vi esta mañana, estuvimos bromeando antes de irme con Freyr. Mi mente va a los peores escenarios y de repente me odio por no darle un abrazo o un beso antes de salir.

Debí despedirme.

Los sollozos de mi madre destrozaron mi alma, si para mí es difícil, no quiero imaginar cómo es para ella, que lo llevó en su vientre por meses, vio sus primeros pasos y escuchó su primera palabra. Jackson siempre ha sido su favorito, claro si tan solo ella me considerara su hija.

─No, no ha muerto ─dice mi madre negando repetidas veces ─. Usted miente, mi bebé está bien ─Histérica agarra al doctor por la bata ─. Quiero ver a mi hijo, lléveme con él.

Reúno fuerzas para liberar al doctor de las garras de mi madre.

─Vanya, dile que nos lleve con tu hermano, por favor ─Ella nunca suplica, pero hoy actúa como si fue otra persona.

No la juzgo yo también me siento, así como si esto fue una horrible pesadilla y al despertar Jack me dirá que todo está bien.

El doctor atiende los ruegos de mi madre, nos dirige a una habitación, al entrar veo un cuerpo cubierto con una sábana blanca.

«Ese no es mi hermano»

Intento engañarme, pero cuando nos enseñan su pálido rostro, lo confirmamos, es Jackson.

Los gritos de mi madre llenan la habitación está tan fuera de sí que unas enfermeras se acercan para adminístrale un calmante. Este estúpido hospital tiene todas sus habitaciones ocupadas así que debo sentarme de nuevo en la sala de espera con mi madre inconsciente.

Espero por horas hasta que el efecto del calmante pasa y tiene un mínimo de cordura para empezar a hacer los trámites pertinentes.

Y allí en aquel hospital tomamos una decisión impulsiva que luego nos traería consecuencias.

Y grandes consecuencias.

Era impensable idea de vivir en una casa llena de recuerdos, llena de dolor. Al terminar el papeleo del hospital, un hotel fue nuestro refugio por días hasta tener las cenizas de Jack en nuestras manos. Al día siguiente estábamos en un vuelo hacia la ciudad de Toronto donde nos alojamos temporalmente con el primo Milton mientras se coordinaba la mudanza a un pueblo a las afueras de la ciudad. Dejé atrás todo, dejé al chico del que estaba enamorada sin darle razón alguna, borré mis redes sociales y cambié de número, básicamente desaparecí. Jack Jack murió y se sintió como si yo me hubiese ido con él, o al menos eso desee.

Ese día tomé una decisión egoísta, pero él tiempo me haría pagar las consecuencias.

Si no es suficiente, déjame ir (#1) COMPLETADove le storie prendono vita. Scoprilo ora