Como un radar, mi corazón se acelera cuando se aproxima un fenómeno que jamás antes había detectado. Quiero que todo sea un sueño y que en realidad...
Nunca hubieras aparecido en mi vida
-Te voy a querer siempre, JungKook.
-¿Siempre?, ¿Eso no es de...
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Palidecí
No. No. No.
Pero, ¿por qué?
Mis manos temblaron a los lados de mi regazo en cuanto apagaron nuevamente el televisor de la sala de reuniones en que me encontraba, todavía a una hora en la que debía estar ensayando fuera de aquí.
Aún me encontraba viendo incrédulo a la televisión apagada al frente de mí. Hasta que casi se me olvida la función que impartía aquí dentro.
— ¡¿Cómo puede declararse así de facíl delante de las cámaras en donde todo el mundo podría verlo?! —exclamó con los ojos abiertos de par en par, reclamando enojado con los puños cerrados detrás de su asiento en la punta de la larga mesa de madera Caova.
— Es tan irónico —espetó el managger Koo con rabia— Yoongi siempre ha estado arriba de JungKook desde que entró en esta empresa.
Si tenía que ser sincero, todavía me encontraba sin reaccionar ante aquella declaración que supo más amarga que dulce.
Mierda. Yoongi ha sido como más que un hermano para mí, y pensaba que de alguna manera él lo consideraría igual.
— Perdona por interrumpir, señor Jeon —interrumpe con una dulce voz a mi espalda. Pero sólo pude ladear la cabeza para encontrarme con los ojos grandes de Kim Taehyung, quien bajó la cabeza rápidamente ante mi mirada fría.
— Está bien, ¿pasa algo?
— La señorita JooNa ha abandonado sus filmaciones y se encuentra de camino.
Sólo siento mis ojos entristecer aún más notando lo preocupado que Taehyung se ve sin mostrarselo a nadie, tratando de ocultarlo a alguien que ha pasado horas observando cada uno de sus pestañeos. Contando todos sus suspiros en las interminables noches que deberían ser prohibidas para dos almas en busca de calor ajeno.
— Entiendo, muchas gracias, Tae-
— Puedes retirarte, Kim —cortó tajante el señor Jeon, volcando toda su atención en la reunión que minutos antes se había salido de control.
Miré a Taehyung una última vez y créenme que tuve que hacer hasta lo imposible para resistirme a no ir hasta él y abrazarlo. Abrazarlo bien fuerte hasta que mis brazos duelan demasiado y no pueda resistirlo.
Pero, adivinen, no podía sólo hacerlo.
En cuanto el joven escolta dejó el salón, los murmullos no se hicieron esperar. Y diablos, quería que todo realmente fuera una mala broma y que la persona en la que más he confiado en toda mi existencia, no estuviera declarando un amor que no iba a ninguna parte.
— ¿Qué pasará ahora? Estoy seguro que esto no traerá más que problemas.
— Basta ya —grité impasible, asfixiado de la contaminación de lo que eran las diez miradas que estaban por completo sobre mí ahora mismo.
