Como un radar, mi corazón se acelera cuando se aproxima un fenómeno que jamás antes había detectado. Quiero que todo sea un sueño y que en realidad...
Nunca hubieras aparecido en mi vida
-Te voy a querer siempre, JungKook.
-¿Siempre?, ¿Eso no es de...
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— Despierta.
Abrí mis ojos con pesar debido a las lagañas dificultando la acción perezosa, no me moví siquiera, solamente hice caso omiso a una voz que se reproducía en mi cabeza antes de despertar.
Las manos envolvieron aún más mi cintura y me atrajo a él bajo las cobijas. A pesar de que no podía verlo cuando mi espalda chocó con su pecho, pude sentirlo respirar plácidamente sobre mi cuello.
Me removí con cuidado de no despertar a Taehyung y me giré hasta lograr encararlo, sonreí aun sabiendo que el otro era incapaz de verme, cuando mi nariz rozó la suya y sentí un impulso de querer abalanzarme contra su cuerpo y nunca, como si al separarnos un centímetro el universo fuera a explotar.
De hecho, podría ser mi corazón.
— Tae —susurré despacio, tranquilo, no importándome realmente el mal aliento en las mañanas. Pero no despertó.
Se me ocurrió una idea mejor para no despertarlo tan temprano, aunque debería porque se me hacía tarde para ir a trabajar.
No importaba si se trataba de estar los dos juntos.
Pasé un poco más de trabajo para deshacer sus brazos alrededor de mi torso, comenzando a sentarme en la cama y en el momento en que estuve listo para ponerme de pie, fue él quien me arrastró de vuelto bajo las cobijas calientes.
Mas no dijo algo por segundos, Taehyung sólo se disponía a abrazarme contra su pecho que latía despacio, relajante aquella escena. Alcé mi cabeza un poco para contemplar desde abajo la mandíbula del otro, por lo que enredé mis brazos alrededor de su espalda hasta subir a sus cabellos desordenados, peinándolos un poco.
— Buenos días, mi amor —murmuró cerca de mi oído y Dios, con esa voz grave quién no iría a alucinar cuando podría bajarte la luna y no te dabas cuenta porque aquello era una de las mejores cosas de la vida.
Así. Estar con él al despertar. Por favor, no quiero que lo que sea todo esto, nunca se acabe cuando una vez me haya acostumbrado a él.
— Buenos días. Pensé que seguías dormido.
— Sentí cuando me llamaste.
Aún así, seguía sin abrir los ojos, por lo que se perdió los pucheros que había hecho porque anhelaba un beso que no había llegado.
Llevé mis labios hasta su camiseta que desprendía un olor pacíficamente a limpio, besando sobre su pecho justo en el lugar de su corazón.
— ¿Cómo has dormido? ¿Tuviste pesadillas? —preguntó el pelinegro, abriendo esta vez los ojos y miró hacia abajo desde donde lo miraba enternecido.
Oh no, me ha descubierto pensando en que si un ser como Taehyung podría ser real, tan hermoso y mágico que parar de mirarlo se sentía imposible.
