Como un radar, mi corazón se acelera cuando se aproxima un fenómeno que jamás antes había detectado. Quiero que todo sea un sueño y que en realidad...
Nunca hubieras aparecido en mi vida
-Te voy a querer siempre, JungKook.
-¿Siempre?, ¿Eso no es de...
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- Mi padre nos otorgó unas cortas vacaciones. Hacía ya tiempo que no descansábamos -le comenté a Min Yoongi con el aparato pegado a mi oreja. Sin prestarle mucha atención a las personas que pasaban por mi lado.
- Kook, has estado trabajando mucho estos días. Puedes decirme a mí, ¿sí? Yo soy tu hyung, siempre estaré para ti.
Caminaba sin importar que dirección estaba tomando. Ni siquiera sabía por cuál de los miles de barrio de la zona estaba. Mi mente fue el primero que actuó a la hora de salir a tomar un poco de aire puro, algo que no sea solamente aire acondicionado.
Por eso, ahora las calles de Seoul estaban iluminadas por los faros por todo el costado de las avenidas. Era hermoso, pero también se sentía inusual ser el único que se cubría con unos lentes oscuros a altas horas de la ya oscura noche, también con un barbijo haciéndole compañía a mi conjunto.
- Estoy bien, no pienses que algo raro pasa conmigo cuando no lo es. Ahora te tengo que dejar.
Y colgué a mi amigo. Suspirando una vez ya guardando el teléfono en uno de mis bolsillos delanteros.
Mis ojos caídos eran las más grade revelación de mi agotamiento.
No pude percatarme como era que dejaba de ver las calles iluminadas, porque ahora una calle totalmente solitaria y triste se apareció en mi campo visual. Gris, desprendía una sensación que no estaba acostumbrado a sentir el día a día.
No pude retroceder lo suficiente para salir corriendo de ahí, cuando mis piernas no lograron mantenerse firmes y mi trasero recibió un fuerte golpe al encontrarse contra el suelo.
¿Qué diablos?
Un quejido de dolor salió entre mis labios al sentir como las palmas de mis manos comenzaban a quemar sobre el suelo empedrado. Sin nadie a mi alrededor para poder identificar qué era lo que me había llevado a estar acostado prácticamente sobre el suelo.
Pero al girar la cabeza al final del callejón, una cabellera de un color intenso fue lo que pude percatar. Corriendo a una alta velocidad, como si estuviera escapando de algo.
Lo último que alcancé a ver antes de que su presencia desapareciera por completa en aquel callejón de espanto, fue una sudadera gris cayendo por sus hombros, marcando así unos fuertes brazos desarrollados.
¿Qué mierda?
¿En qué rayos fue en lo que me había fijado en un hombre?
Y desapareció por completo, como un reflejo del último rayo de sol antes de empezar una tormenta.
- Idiota, Park. Hijo de puta.
En éste caso fue una tormenta que se inició sin yo verlo venir. Cuando afinqué bien mis manos en el suelo para ponerme de pie y olvidarme de lo que acababa de pasar. Pero ni pude fijar mi vista al frente en el momento en que mi pómulo derecho fue atacado tan salvajemente. Una punzada dolorosa se desprendió por toda la intensidad de mi cabeza.
