Como un radar, mi corazón se acelera cuando se aproxima un fenómeno que jamás antes había detectado. Quiero que todo sea un sueño y que en realidad...
Nunca hubieras aparecido en mi vida
-Te voy a querer siempre, JungKook.
-¿Siempre?, ¿Eso no es de...
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Mis ojos miraban el lugar como si todavía después de dos horas no creyeran lo que estaba pasando. Me desplomé en el suelo cuando mis pies se detuvieron frente a la lápida que estaba por cerrarse para siempre, encontrándose en ella la única persona que me quedaba en el mundo.
Quedé arrodillado en el cemento áspero del cementerio de Daegu, con no más de cinco personas a mis espaldas, emitiendo un silencio callado por sollozos incontables, la mayoría de mi parte.
El sol se ocultaba detrás de las nubes, provocando que sea un día gris y triste, tal vez se sentía mal por mí, sólo tal vez. La rosa de un color rojo brillante resbaló entre mis dedos para caer al frente de la foto sonriente de mi abuela, quién me tenía en su regazo cuando apenas cumplía cinco añitos. Sonriendo como si fuera la última vez que lo haría.
- Abuela, abuela, abue-la -esas eran las únicas palabras que salían de mi boca, desgarrándome la garganta y creando rasguños que jamás serían curados.
- Taehyung -la voz de MiungSik me hizo salir por un minuto de mi bola de cristal, donde solamente habían dos personas en ella; mi abuela y yo- Ya es hora de irnos.
- No quiero moverme de aquí -respondí sin dejar que mis lágrimas dejaran de cesar, les daba la espalda a mis cuatro amigos preocupados, ahora sólo balbuceaba entre sollozos incontrolados- No te dejaré sola nunca abuela, ¿me escuchas?, pronto nos reuniremos, te lo prometo.
- Venga Taehyung, estamos aquí hace dos horas y el frío está empeorando. Tenemos que irnos- esta vez, Chung Ha tuvo el valor de acercarse y dejar caer su mano sobre mi hombro.
- Dije que se vayan ustedes. No dejaré a mi abuela sola en esto -me levanté a una velocidad que ni yo mismo pensaba que mis fuerzas daban para siquiera moverme de aquel lugar. Encaré a mis amigos con una mirada fría, enrojecida y tortuosa.
- No te puedes quedar aquí para siempre, Kim Taehyung, no digas cosas sin sentido. Sé cómo te sientes y- - no dejé continuar a MiungSik, caminé hasta él lo más rápido que pude y lo tomé sin previo aviso del cuello de su camiseta cara, estaba perdiendo ya el control que me permitía mantenerme tranquilo.
- Cállate, ¿Qué vas a saber tú cómo me siento? Toda tu familia está contigo, no estás solo en este puto mundo de mierda - los tres restantes compañeros no tardaron en apartarme del pelirrojo con el que estaba descargando toda mi ira.
- Tú tampoco lo estás, nos tienes a todos nosotros, Taehyung - habló Kunsoo, temblando en el puesto cuando una ráfaga de viento sacudió nuestros cabellos.
Miré por última vez la lápida, el nuevo hogar de la señora Taehye. Bajé mi cabeza en modo de despedida y respeto.
- Lo siento abuela, siento que tuvieras que haber venido sola a éste lugar desolado. Acuérdate de la promesa que te hice cuando pequeño; donde tú estés siempre estaré yo. Prometo hacerte compañía a tu lado.
