Como un radar, mi corazón se acelera cuando se aproxima un fenómeno que jamás antes había detectado. Quiero que todo sea un sueño y que en realidad...
Nunca hubieras aparecido en mi vida
-Te voy a querer siempre, JungKook.
-¿Siempre?, ¿Eso no es de...
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— Vamos JungKookie, ve preparándote para la próxima toma de la escena cuatro —informó el camarógrafo en lo que acomodaba los aparatos para dar una mejor posición.
JungKook yacía sentado con unas tres chicas estilistas a su lado, rodeándolo para tratar de ventilarlo porque lucía bastante agotado, mientras que otra se dedicaba a sombrear claro. Casi ni notando la diferencia.
Así llevaba el pelinegro una semana completa y no se quejaba a pesar de terminar agotado y casi no teniendo ánimos para moverse al llegar a la casa. Por eso ahora trataba de no ser visible para que su concentración no se viera interrumpida en su –mini- momento de descanso.
Di unos pasos atrás para terminar doblando por los pasillos del museo en el que estábamos grabando una de las escenas del MV principal de la canción de JungKook. Cuando una presencia a lo lejos bastante afeminada y refinada mueve su cabellera de un lado a otro.
Pero no estaba sola, el señor Jeon la acompañaba.
Decidí alejarme de todo lo que no llamaba mi atención, quizás sí me preguntaba que estarían hablando la prometida de mi… lo que sea que tuviéramos y su padre.
Ay Taehyung. Son familia y tú eres un simple ordinario que interfirió en sus planes futuros.
Pero bueno. Si tenía que ser egoísta alguna vez en mi puta vida, entonces no lo dudaría.
Aunque si lo pensaba bien, JungKook-
— ¿Oh?
Dejé de pensar y las palabras se atascaron en mi garganta cuando una mano tomó mi brazo con brusquedad y tiró de mí hacia dentro de una habitación. El pelinegro cerró la puerta en cuestión de segundos y me pegó a ésta sin siquiera parpadear.
Atacando mis labios con los suyos desesperado, hambriento.
— JungKook…
— Eish, estaba loco por hacer esto —sonrió ladino el menor y volvió a unir nuestras bocas. Esta vez dejándome hacer a su tacto suave. Mis manos acunaron sus mejillas y lo atraje para saborear hasta el más incógnito rincón de su boca.
Suspiré en su aliento.
— ¿No se suponía que debías estar en las grabaciones?
— Pedí permiso para ir al baño —se cortó para enarcar una ceja hacia abajo, riéndose— ¿Pretendías que no te viera?
Ay…
Un rubor se adhirió en mis mejillas y pocas veces pasaban las que primero me sonrojaba antes que JungKook. Pero eso no tardó mucho, porque rápidamente escondí mi rostro entre el espacio de su cuello y sus hombros.
Besé la piel tersa que quedaba al descubierto.
— Estás precioso. No pude quedarme fuera si sabía que una belleza como tú estaba exponiéndose ante las cámaras.
