09 Un vidrio roto

228 34 44
                                    

Un silencio invadió nuestro lugar, las sonrisas ya no formaban parte de nuestros rostros como hace unos minutos atrás, supongo que los momentos felices duran muy poco

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Un silencio invadió nuestro lugar, las sonrisas ya no formaban parte de nuestros rostros como hace unos minutos atrás, supongo que los momentos felices duran muy poco.

Eso la sabia, pero, ¿acaso ver al menor sonreír era una felicidad para mí?

No, claro que no. Es sólo una ilusión.

Pero pareció haber leído cada uno de mis pensamientos porque toda la confusión que podría haber demostrado, quedó remplazada por una dulce sonrisa tímida.

Una sonrisa que incluso en los días más fríos, parecían cálidos.

- Debo irme ahora, aquí acaba mi jornada laboral el día de hoy - informé, apunto de tomar la manija de la puerta y salir del auto. El menor sostuvo el puño de mi abrigo antes de que cometiera alguna de estas acciones.

Mirándome con grandes ojitos brillantes; asustado.

- Puedo llevarte a tu departamento primero. Queda un poco lejos de aquí.

Soltó el borde de la manga de golpe, cuando mis dos pares de ojos se detuvieron en como arrugaba la capa gorda de tela.

- No puedo permitir eso, si de alguien debería de llevarle a su casa soy yo. Para la próxima puedo-

- Puedes llevarme todos los días a mi casa si lo deseas, pero déjame solo por esta vez, acercarte a la tuya como un agradecimiento por el café.

Y terminé con un asentimiento de cabeza, ¿Por qué? Eso, porque era tan débil cuando se trataba de un pequeño con ojos de bambi, con sonrisa de ángeles de ensueño que te hacían tocar las nubes sin ni siquiera verlo.

Sin tan siquiera pedirlo, porque yo nunca pedí que un ángel me tocara con sus alas.

-Por favor, alguien sálveme, no quiero estar solo.

O tal vez sí, sí que necesitaba que dos brazos me abrazaran fuerte, y yo me estaba contradiciendo de eso.












El menor había ocupado el puesto de conductor, pero sin hablar de algún tema, sabía muy bien por donde estaba manejando sin pedirme orientación alguna.

El camino se fue reduciendo en miradas desprevenidas al pelinegro, algo que no podía dejar de hacer por más que evitaba. Toda mi fuerza de voluntad iba en mi contra y me odiaba por eso.

Pero el cabello levemente arremolinado que caía por su frente, por sobre sus orejas, aportaban a su rostro una mejor vista que la común. Era hermoso, muy hermoso para ser un ser humano.

Claro, como olvidarse que Jeon JungKook no era un simple humano.

Era el ángel mandado por mi abuela para que me protegiera aquel día.

- Ya hemos llegado, ¿no me equivoqué de edificio, cierto? - anunció deteniendo por fin el coche. Mirando afuera por la ventana polarizada de su lado.

Just A Chance   》KTH/JJK《Where stories live. Discover now