21, una verdadera belleza

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• ADVERTENCIA: Contenido sexual // smut en la última parte •

Después de tomar una larga ducha caliente en su baño acristalado de suelo de piedra oscura de su lujoso apartamento, Taeyong recibió una llamada.

Apagó la música del reproductor que la hacía sonar por toda la casa, y salió del baño vestido con el pantalón del pijama y una toalla gris sobre la cabeza.

Mientras se secaba su pelo húmedo, alborotándolo con la toalla, cogió el teléfono y descolgó la llamada.

Se preguntó qué era lo que quería el CEO de su empresa saber a aquellas horas de la noche, sobre las once y veinte.

Supuso que querría preguntarle sobre su supuesta adicción al alcohol, de la que muy pocos o casi nadie a parte de ellos dos, sabían. O quizá era que quería encubrirla con alguna otra cosa, sí, eso era lo más probable.

<< Como si le preocupase cómo me siento o alguna gilipollez así>>, pensó riendo solo mientras se servía una copa de vino rojo.

— ¿Qué es lo que pasa? Sea lo que sea, no fui yo.

Taeyong salió a la terraza, recibiendo un poco de aire nocturno, mientras tomaba su copa tranquilamente apoyado en la barandilla.

— Iré directo al grano, Taeyong. Los dos tenemos tiempo que no queremos perder. Hemos decidido confirmar los rumores de que aparecerás en la serie con Jungi. Estáis en todas las noticias.

— Ya lo sé. Tengo internet, ¿sabes?

— Cuidado con ese tono. Taeyong, desmentir los rumores que vienen a continuación serían una perdida de tiempo, propaganda y dinero. Pero eso lo entiendes.

— Siempre ha sido así. Pero he cambiado de opinión.

— ¿Qué dices?

— Creo que deberíamos parar con esto antes de que se compliquen más las cosas.

La imagen de Jungi, mirándole con cara de deseo a pocos centímetros de él, con sus ojitos brillantes y sus suaves y delgadas manos tocando su pelo de una forma sutil pero atractiva, no paraba de rondar su mente.

Pensaba que había algo malo en él. Provocándole así y que eso le hiciera sentir de alguna forma que no entendía tan increiblemente atraído hacia ella... le parecía imposible.

Su mente divagó tanto que olvidó que estaba en una llamada con su jefe, que no paraba de preguntarle cabreado por qué estaba tan raro.

— ¿Taeyong? ¿¡Has colgado?!

— No.

— Como te decía, esto nos lanzará hacia la dirección correcta. Tienes que aprovechar el impulso de la serie y la popularidad de Jungi.

— No soporto estar cerca de ella. No funcionará.

— Sí, escucha, tienes que engañar a la prensa. Sal por la calle con Jungi, invítala a restaurantes caros, lo que sea, tu entiendes de estas cosas. Deja que os hagan fotos juntos, ya sabes cómo les gusta una buena exclusiva.

Taeyong tardó unos segundos en contestar, estirándose del pelo medio mojado de la frustración. Se mordió el labio inferior.

Por primera vez en su vida, no se le ocurrió una excusa.

— Pretendes que juegue con ella.

— ¿Por qué pones tantos problemas? Siempre te pones tu careta y haces el espectáculo. ¿No era lo que querías hacer desde un principio? No falles esta vez.

La mandíbula de Taeyong se apretó por sus dientes, chirriantes en su boca. Sabía perfectamente lo que le estaba ordenando hacer. Y no era la primera vez que tenía que jugar con los sentimientos de una persona, manipularla para su beneficio. Eso solía ser una cosa fácil para él.

Incluso se había convencido a sí mismo de que si quería sí podía hacerlo con ella, alistando todos los beneficios que eso le traería. Entonces, ¿por qué su cuerpo reaccionaba de una manera diferente a su mente?

— ¡Y no me decepciones!

Su jefe colgó y se encontró el único al otro lado de la línea, con el móvil todavía pegado a la oreja y pensativo.

De pronto, una enorme luz cegadora al otro lado de los edificios le iluminó, teniendo que parpadear para salir de su ensoñación. Pensó que el alcohol que había ingerido le estaba tomando una mala pasada, pero tampoco había bebido tanto ni había alcanzado su límite. La botella encima de la mesa de la terraza todavía estaba medio vacía.

Pero su boca quedó entreabierta y sus ojos se abrieron, enfocándose, al ver un enorme cartel de la chica que estaba en su mente.

Solo se le veía de hombros a cabeza, con el pelo anaranjado cayendo sobre sus hombros como una cascada y sus ojos mirando al frente, seguidos de una sonrisa de revista.

Anunciaba un perfume y, vista así de grande, Jungi le pareció desafiante e imponente. Pero, sobretodo, una verdadera belleza. Eso era indudable hasta para él.

No pudo apartar la mirada, aunque lo intentó varias veces e incluso volvió dentro de su piso, se seguía encontrando con sus hermosos ojos a través del cristal.

Tragó saliva sin entender por qué se estaba formando un nudo en su garganta y sentía algo moviéndose dentro de sus pantalones.

— Joder. Qué co–

Bajó la vista y vio un bulto que se tapó con las manos, tratando que bajara, sin éxito. Un calor le recorrió el cuerpo y bajó a esa zona.

Pensó en otra cosa, en cosas malas, cosas horribles, pero ni eso bastó para quitarle de la cabeza la imagen de Jungi. Incluso imaginó que la imagen del cartel se movía un poco y le guiñaba un ojo.

Taeyong dejó de beber vino mientras se dirigía a su dormitorio, cada vez más y más acalorado.

Se imaginó a Jungi aparecer entre la oscuridad de su cuarto, con ese uniforme apretado a su cuerpo. Sus abdominales ligeramente marcados y su cintura estrecha pegándose a su cuerpo y moviéndolo de arriba a abajo en esa zona que no paraba de molestarle.

— Vete de mi cabeza.— Le dijo susurrando con los dientes apretados.— Eres...

— Admite que me deseas.— Le susurró ella en la oreja, mientras bajaba de rodillas hacia sus pantalones y se los bajaba poco a poco.— Así será menos doloroso para ti.

La Jungi que no estaba realmente allí, cogió la mano de Taeyong, que no quiso hacerle caso, apretándola en un puño y marcando las venas de sus brazos. Jungi le sonrió ante su continencia y guió su mano hacia la parte levantada.

Taeyong se dejó llevar, moviendo su brazo cada vez más y más rápido cerca de la cara de Jungi, que le sonreía como una diabla.

— ... eres... eres una maldita alucinación. Tú eres más inocente que esto.— Le dijo mientras trataba de contener un gemido, frunciendo el ceño.— Solo estoy borracho.

— Pero te gustaría que yo te estuviera haciendo eso ahora, ¿verdad? Tocándote.

— Para. No quiero hacerlo así.

— No soy yo quien controla tu mano.

Taeyong se olvidó de todo lo que le rodeaba, de lo que pasaba por su cabeza, del cartel de Jungi o de su figura delante de él. Solo cerró los ojos y acabó de manera silenciosa hasta que estuvo saciado.

Volvió entonces a abrir los ojos ahora que estaba calmado y su respiración después del orgasmo estaba acompasada para encarar a su propia imaginación, pero no había ya nada delante de él.

Taeyong maldijo la hora en la que se compró aquel piso, cerró todas las cortinas que dieran vistas al exterior y se tumbó encima de la cama.

No Longer 「Jungwoo • Taeyong • Jaehyun」Where stories live. Discover now