35, un farsante

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Los labios de Taeyong estaban calientes del agua de la ducha y su cuerpo olía limpio, a jabón, colonia cara y un poco de desodorante. Era extraño cómo sentía que sus labios se movían perfectamente con los suyos, hasta que le obligó a abrir levemente la boca poco a poco con unos pequeños empujones, para dejar entrar a su lengua. Con esta rozó la punta de la suya, haciendo que le recorriera un pequeño escalofrío por todo el cuerpo, pero era agradable.

Jungwoo se olvidó de todo en lo que estaba pensando y de manera natural se incorporó de la cama con Taeyong. Se sentaron y Taeyong le cogió de la cintura con sus manos, colocándole en su regazo, arrastrándole hasta verse sentado encima de él. El chico se ruborizó, apenas sabiendo lo que estaba ocurriendo, porque todo pasaba muy rápido, pero Taeyong no le dio tiempo a deducirlo.

Cuando se dio cuenta, estaba de rodillas, sentado sobre Taeyong y sus manos se pusieron sobre su cara, para atraerlo hacia él de nuevo.

Volvieron a liarse, Taeyong comiéndose su boca con desesperación. Jungwoo cerró los ojos automáticamente, pero al abrirlos durante un segundo, pudo ver los ojos entrecerrados del otro, mirándole con deseo.

La mano con la que le cogía la cara, bajó poco a poco hasta su cuello, rozándolo, y se posó en su pecho.

Había perdido totalmente el control.

Jungwoo entonces vio que la había colocado justo donde debía estar algo propio de la anatomía de la mujer que él no tenía, demasiado plano. Ni siquiera llevaba un sujetador con relleno falso que lo cubriera, estaba su piel al descubierto bajo su camiseta.

Rápidamente, se apartó de él con la boca abierta, jadeando y rojo, como a punto de explotar.

Era demasiado tarde, pero rogó porque Taeyong, que le miraba sorprendido como si hubiese hecho algo mal, no se hubiera dado cuenta de su grave error.

Jungwoo se hizo una pequeña bola en la cama, juntando sus piernas para esconder su rostro en ellas.

Se sentía sucio, engañándole de aquella forma, y también culpable. No sabía si estaba siendo un amante o un enemigo para Taeyong en ese momento. Era solo un farsante.

Antes de que al otro, que estaba mirándole en shock y algo preocupado, le diera tiempo a contestar, se escucharon unos fuertes pitidos de la calle.

El teléfono de Jungwoo sonó en la mesa de noche, donde lo había dejado.

Los incesantes ruidos no paraban.

Taeyong chasqueó su lengua, con el ceño fruncido, molesto de haber sido interrumpido por el continuo y molesto pitido.

— Joder, ¡qué coño pasa justo ahora!

El chico se asomó a la ventana del cuarto, y Jungwoo aprovechó para mirar su teléfono, cogiéndose del pelo con tensión. La había cagado.

Con prisa colgó la llamada y salió de la cama.

— ¡Capullo, deja de pitar!— Gritó Taeyong al exterior. Luego se giró para ver cómo el chico se estaba vistiendo para irse y trató de pararle yendo detrás de él.— Jungi, Jungi. No te vayas. Eh, no sé si he hecho algo que no te ha gustado pero...

— Es Jaehyun. Está abajo.

Jungwoo se puso la chaqueta y salió del apartamento, con Taeyong colocándose unas zapatillas altas y una gabardina que le cubriera el pijama, sin darle tiempo a atársela.

Persiguió a Jungwoo escaleras abajo, pero no le alcanzó el paso hasta que salieron del edificio y llegaron a la calle.

Jaehyun, vestido con unas gafas de sol y ropa informal, había aparcado el coche de la empresa en frente del edificio, con la puerta del conductor abierta. Su mano estaba en el volante, desde donde había estado pitando para llamar su atención.

Al verles al otro lado de la calle, cerró la puerta con las llaves del coche y se apoyó en el techo con un brazo, esperando a que cruzaran.

Taeyong se levantó las mangas de la gabardina, claramente enojado de una manera que Jungwoo jamás había visto. Caminó hacia Jaehyun por delante de él, con paso decidido.

Jungwoo tuvo miedo por lo que estaba a punto de acontecer.

A Jaehyun tampoco le hizo nada de gracia verle a su lado.

Cuando estuvieron más cerca, Jungwoo corrió para adelantar a Taeyong y que no se produjera un altercado innecesario.

— Jaehyun.

— Sube al coche. Te llevo a casa.

Taeyong llegó riéndose de él de manera irónica, pero no se lo estaba pasando bien. Lo hizo como burla, arrugando el ceño.

— Ya ha venido el perro guardián.

Las miradas de ambos eran cortantes, enfrentadas. Jaehyun se apartó del coche para acercarse a él, apretando los puños.

— No quieres hacer esto a plena vista.— Le amenazó, relajando su expresión y sus manos.

Jungwoo sabía que Jaehyun no era de los hombres que perdían la compostura ante cualquier problema, ni le temblaba el pulso. Y Taeyong no arriesgaría su reputación por una discusión.

— No soy estúpido. Vamos al callejón.

Jungwoo abrió la boca, deseando que aquello no estuviera pasando realmente, pero los dos se metieron en un callejón de mala muerte, así que se interpuso entre ellos, esperando que aquello no fuera a más.

— ¿Qué estáis haciendo? ¿No podemos hablar?

— Me importa una mierda si has venido a por ella. No eres su padre.

— ¿A por ella?— Soltó una sonrisa de medio lado Jaehyun, colocando sus brazos sobre su cadera.— Me llamó.

— ¿Has llamado a este?

Taeyong le señaló con rabia, y le miró con la mirada dolida. Jungwoo tragó saliva, abrumado por todas las emociones que había sentido aquella noche. Taeyong dejó caer sus hombros, confundido.

Aquello era mentira, y no quería hacer daño a Taeyong ni que tuviera problemas de confianza después de eso por su culpa, porque no era así.

— ¡No!— Se volvió a su izquierda, donde estaba Jaehyun viendo cómo creaba el caos como si nada.— ¡No te he llamado en ningún momento! — Se giró a su derecha.— Y Taeyong, tranquilo. Recuerda que has bebido.

— Haechan lo hizo.— Mintió Jaehyun de nuevo, demasiado consumido por celos que le quemaban por dentro, pero lo ocultaba de manera pasota.— Está preocupado de que este imbécil se aproveche de ti.

Había conseguido averiguar dónde estaba por la ubicación del restaurante, que le había mandado Haechan cuando le preguntó por el móvil. Y a partir de ahí, comenzó a pitar por las calles alrededor, hasta ver a Taeyong en la ventana.

Ni él mismo estaba en un estado mental que no creía, ído por un sentimiento desconocido, haciendo acciones injustificables que el Jaehyun sobrio de celosía no haría.

— Jaehyun, no te necesito aquí. De hecho, no he olvidado lo que me hiciste.

— ¿Qué le has hecho... hijo de puta?

No Longer 「Jungwoo • Taeyong • Jaehyun」Where stories live. Discover now