29, te gusta a morir

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— ¿Haechan?

Haechan estaba en medio de una importante reunión sobre el futuro proyecto de Jungi, que la empresa había decidido sería una aparición especial en un programa para promocionar su actuación en la serie.

Él estaba muy al corriente de todas sus actividades promocionales y comentó a los ejecutivos y a la dirección del staff su punto de vista.

Defendió con garras que Jungi había tenido suficiente con la nueva serie sin ser actriz, que vino justo en cuanto terminó de promocionar su nuevo single. Además de que ahora tenía que grabar la canción para el OST y demás actividades.

Esto suponía mucha presión para Jungwoo, y él lo sabía, pero la empresa rechazó su opinión e impuso la suya propia. Haechan, con evidente desagrado, volvió a la carga, pero Jungwoo apareció por la puerta llamándole.

— Buenos días, Jungi.— Le saludaron todos con una gran sonrisa.

Haechan puso los ojos en blanco y cerró su carpeta llena de papeleo con furia, haciendo ruido. No podía creer la hipocresía cuando hacía unos segundos estaban hablando sobre explotarle como artista a base de mil trabajos estúpidos.

En cuanto vio la carita triste de Jungwoo, se levantó con prisa y se llevó la carpeta consigo, fuera de la habitación, cerrando la puerta.

— Te pasa algo, lo sé. Cuenta.

— ¿Puedes llevarme a casa?

— ¿No ha venido Jaehyun?

— Sí, pero, por favor.

Haechan, olisqueando que algo pasaba con su intuición de acero, cogió las llaves de su coche personal y se cruzó de brazos con Jungwoo, para llevarle hasta el parking de la empresa.

Una vez allí, subieron al coche, y Haechan arrancó en dirección a la casa de Jungwoo, poniendo el GPS para no perderse aunque sabía cómo llegar, pero no quería arriesgarse a perderse por las calles.

****

El boli que sujetaba Jaehyun se rompió de la fuerza de su mano, incapaz de ver por más tiempo a través de una de las ventanas del pasillo del edificio, cómo Haechan se llevaba a Jungi, en vez de hacerlo él.

Dejó caer los dos pedazos al suelo y se pasó una mano por el pelo.

Sí, se había dado cuenta de que la había cagado. Y no podía haber hecho las cosas peor.

Tenía tanta ansia de saber qué era lo que ocurría con el misterio de Jungi y su hermano idéntico, Jungwoo, sobre el secreto que guardaban, que olvidó lo que realmente era importante.

En vez de dejar que ella misma hablara para contárselo, habiéndose ganado su confianza después de que le hubiera contado que se la daba a muy pocas personas en su vida, le presionó para que soltara la verdad. Y aquello le había salido horriblemente mal. Tanto, que había terminado perdiendo lo que ella más valoraba.

No tenía que haberle interrogado tan directamente sobre su vida privada, poniendo por delante la excusa de que había sido por la empresa, cuando el que más interesado estaba era él mismo.

Siendo sincero, estaba celoso.

Celoso de Taeyong. Quería averiguar si esa noche, cuando ella había vuelto a su casa, había ocurrido algo entre ellos, después de que él se fuera.

Y ahora por sus celos, le daba miedo que no volviera a confiar en él por ese desliz.

La verdad era que se estaba enamorando de la persona para la que trabajaba, y, aunque sabía que no debía hacerlo y siempre había separado los negocios de su vida privada, le costaba admitirlo. Lo cierto era que todo lo que envolvía a esa persona, de la que no estaba muy seguro quién era realmente, le atraía. Pero tampoco estaba seguro de que esos sentimientos fueran recíprocos y, aun así, su corazón latió con fuerza en su pecho.

— Voy a luchar por ti.— Dijo con un tono decidido.

Con paso firme y el ceño fruncido, se encaminó al despacho del CEO de la empresa.

****

— ¿Me vas a contar qué te pasa?

Jungwoo suspiró en el asiento del copiloto, demasiado cansado como para ponerse a explicarle todo por lo que había pasado esa mañana, una montaña rusa de emociones que no parecía acabar.

Sobretodo cuando, de camino a casa, le llegó un mensaje de Taeyong, pidiéndole que fuera a su piso porque habían asuntos "que tenían que resolver".

— ¡Haechan!— Gritó de repente.— ¡Para el coche!

— ¿Qué? ¿Estás loco?

— ¡Hazlo!

Haechan, que hacía absolutamente todo lo que Jungwoo le pidiera, pero no tener un accidente de coche, esperó a entrar en una rotonda y girar a una calle vacía para aparcar el coche.

Cuando se preocupó de que nadie les estuviera observando y subió todos los cristales tintados, se giró hacia el chico con cara de asesino, hasta que Jungwoo le plantó la pantalla del móvil en la cara.

Haechan se apartó un poco para leer los mensajes que se había estado mandando, con los ojos recorriendo la pantalla con mucha atención.

— ¿Qué hago?

— Vas. Vas a su casa. Pero... ¿asuntos no resueltos? Me suena a mí que le dejaste con ganas de más.

— Quiere hablar, estoy seguro. Pero no sé si ahora mismo debería ir. He discutido con Jaehyun, ¿sabes?

— No soy idiota, me lo imaginaba. Y vaya manera de ligar tiene el otro, ¡que te diga directamente si quiere algo contigo o no!

— No es eso. Es que... estoy preocupado por él.

Haechan se quedó un momento en silencio, asimilando lo que su amigo acababa de decir, con cara incrédula.

— Espera, aclárate. Le odias, Jungwoo.

— No, pero ya no... algo ha cambiado.

Haechan desvió la mirada al volante, volviendo a poner en marcha el coche y redirigiendo la ruta del GPS a un lugar concreto. Mientras Jungwoo se seguía debatiendo internamente sobre lo que hacer, Haechan ya marchaba conduciendo por las calles de la ciudad.

Se apiadaba de la confusión de su amigo porque sabía perfectamente lo que significaba.

— Pues que te mola. Te gusta a morir. Si más claro...— Jungwoo se giró hacia él con la boca abierta.— No, si a mí no me tienes que dar explicaciones, ni a ti mismo. Eso pasa, y ya está. Es así, de un día para otro, te enamoras.

Jungwoo recordó las veces que se había abierto a él, las veces que había visto la verdadera cara de Taeyong, solo cuando estaba ebrio, pero le habían valido para ver realmente cómo era y por qué se comportaba a malas con las personas que no conocía. Y todas aquellas veces, había sentido esas mariposas que llaman al amor.

Pero estaba la otra cara de la moneda, la cual pertenecía inevitablemente a la persona que había permanecido a su lado durante aquel tiempo, aunque le hubiese hecho daño.

— Estoy hecho un lío, Haechan.

— Estás condenado, amigo.

No Longer 「Jungwoo • Taeyong • Jaehyun」Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ