XVI

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"     La muchacha acaricia su herida con tristeza,el viento azota su ventana

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" La muchacha acaricia su herida con tristeza,
el viento azota su ventana.
Mañana su corazón habrá cicatrizado. "















                    Al principio se había quedado paralizada observando sus manos, pero luego reaccionó con rapidez. Sintió que un nudo se formó en su pecho y el miedo de esa situación la atacó en un solo golpe, dejándola desorientada por unos segundos. Tenía demasiadas cosas en su cabeza y que, justamente eso se presentara ese día, era lo último que ella necesitaba. Como si ya no tuviera suficientes preocupaciones y temores a los que enfrentarse.

—No, no, no —murmuró dirigiéndose a los elegantes y tallados muebles, para buscar entre los cajones el frasco que Blanche le había dado semanas atrás.

Llevaba tiempo sin que su propia piel se tornara grisácea como ocurría con sus víctimas. Sin poder controlar sus recuerdos, imágenes de los niños y el hombre que perecieron por su toque, se presentaron en su mente, como nubes de memorias que trataba de enterrar todos los días. Llevaba tiempo desde la última vez que la carne de sus dedos se había tornado áspera, dura y arrugada. Se dejó confiar en que no sucedería por mucho más tiempo, pero justo esa tarde, el síntoma de las últimas etapas de la maldición se presentaba.

Le dolía tener que aceptar que Jaskier tenía razón sobre lo que escuchaba en las tabernas. Después de todo, la maldición no era invisible en su cuerpo, se manifestaba de distintas maneras. No era un peligro solo para lo demás, también para sí misma y no era algo que ella pudiera detener a voluntad.

Con los ojos picándole en lágrimas contenidas, las cuales creyó gastadas, momentos atrás, buscó y rebuscó entre sus pertenencias el pequeño recipiente de mayor tamaño a comparación del que guardaba la lavanda y valeriana. Le estaba resultando complicado moverse en su propia habitación. Sentía que muchas cosas habían sido cambiadas de orden y que las nuevas que habían sido incorporadas le impedían saber bien en dónde buscar.

En medio del desespero, desordenó pergaminos, telas, frascos de fragancias, aceites, entre otros elementos. Los estantes quedaron despojados de decoraciones y objetos con un solo desesperado pasó de su antebrazo por el lugar. No reconocía ya nada de lo que componía sus aposentos. Ciertamente, parecía que los destrozos de aquella noche pasada jamás sucedieron, pero eso no quitaba el hecho de que ella ya no sabía dónde se encontraban sus pertenencias más importantes.

Así que la pregunta que más temió se hizo presente: ¿y si se habían deshecho de todo lo que tenía? ¿sus dibujos, su lavanda y valeriana? ¿sus cenizas?

Lo que ella necesitaba en ese preciso instante, con gran urgencia, era un polvo para disolver en agua, en el cual debía sumergir sus manos.

Pero entre más se demoraba en encontrarlo, más tiesas sus articulaciones se volvían, provocándole intensos dolores con cada intento de movimiento que hacía. Ya estaba dejando de sentir el tacto de sus dedos contra las diferentes texturas y superficies de su recámara, algo que indicaba muy malas noticias para Margery. Si intentaba tocarse la cara con sus dedos, las yemas no percibían la calidez ni la suavidad de sus mejillas. Si trataba de cerrar la mano en un puño, creía sentir cada hueso y músculo traqueando en contra para lograrlo.

CURSED LINEAGE «the witcher»Where stories live. Discover now