IV

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"La luz de una vela,se transfiere a otra vela

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"La luz de una vela,
se transfiere a otra vela.
Crepúsculo de primavera."
—Yosa Buson.














Margery debería estar acostumbrada a los susurros y comentarios de las personas de La Corte. Debería.

Sobrellevar aquellas palabras dichas a sus espaldas, pero que de igual manera lograba escuchar, era quizá la regla más importante y que debía seguir al pie de la letra. Cualquier persona que pusiera un pie en La Corte sabía eso de sobra, más que todo si lo que deseaba era sobrevivir, agitando los colores más llamativos de la victoria, ante los venenosos ojos y bocas de los que se reunían diariamente en el palacio.

Ante los demás, Margery de Mercibova debía ser perfecta. Tan perfecta que no importaba en realidad lo que ella pudiera llegar a pensar, lo que pudiera sentir o desear; simplemente rebosando de un espejismo de perfección, desde que ya no podía ser alguien normal, no solo gracias a la maldición, sino por el simple hecho de ser la princesa. Los pasos, los gestos, las palabras e incluso a dónde se dirigieran sus ojos, era energía gastada, pero premeditada. Movimientos que debían dar la sensación de que fueron practicados un centenar de veces antes de ser realmente ejecutados, hasta ser amaestrados y perfeccionados por completo.

Con aquella recolectada actitud, se había salvado de muchos desastres y favorecido en varias ocasiones. Sin embargo, ser la mancha maldita de la familia, no era algo que se pudiera ignorar, mucho menos olvidar con facilidad.

Así que ahora, a pesar de estar cruzando el salón del trono, con el mentón en alto, sin dirigir miradas a los costados, con sus orbes centrados en su puesto, a un lado del trono de la reina Caitriona, no encontraba una manera que le resultara efectiva para ignorar los susurros cantados alrededor de su persona.
Caminó con elegancia, sobrepasando los sonidos que no eran bienvenidos en su cabeza, se trató de concentrar en su única labor del momento.

Siempre había sido así y, a pesar de que existía la posibilidad de cambiar aquello, seguía siendo lejana en esos momentos. No solo para ella, sino para todos los presentes en el lugar.

Cuando llegó a su lugar, dio media vuelta y enfrentó al resto de La Corte. El semblante de la princesa parecía ser impasible, una idéntica y necesaria copia de la mujer que estaba sentada a su lado derecho, con una elegante corona que hacía un juego magnifico con las demás joyas que decoraban y acompañaban su vestimenta de la noche.

Después del visto bueno por parte del rey, las personas tomaron asiento y el festín dio comienzo. Margery no pudo evitar pasear sus ojos por los rostros de la gente, esperando poder ver a su hermano. Su llegada no había sido anunciada y su padre había dado comienzo a la noche sin el heredero. No era común que aquello sucediera, sin embargo no se podía cuestionar la decisión de un monarca.

Ni siquiera el invitado de honor se encontraba en el salón. La pelirroja solo pudo distinguir al bardo, junto a una chiquilla de hermosos cabellos rubios, que observaba el lugar con bastante entusiasmo e interés. Una suave sonrisa se pintó en los labios de la princesa al ver aquella alma joven, sedienta de aventuras y experiencias inolvidables. Sería atrevido pensar que le recordaba a sí misma, incluso cuando ella no podía en realidad rememorar un día en el que haya deseado ir más allá de lo que le era permitido.

CURSED LINEAGE «the witcher»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora