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Agustina || Capitulo: Disculpas
Otro viernes con frío en Capital, pero obvio que esto no nos impide salir, porque "el frío es psicológico" como dicen mis amigas. Dentro de unos años ya no me voy a bancar salir de pollerita al aire libre con 5 grados.
Dejé de quejarme y aceleré mis pasos para llegar a la entrada del VIP, agradezco eternamente a mi grupo que hayan conseguido lugar acá porque me muero de hipotermia si tengo que esperar a entrar.
Retiro lo dicho, me voy a morir de hipotermia porque nos hacen esperar para que pueda entrar un grupito que acaba de bajarse de autos muy lujosos.
— ¿Y estos payasos quiénes son? — preguntó Rodrigo, provocando risas en todos.
— No le vi la cara a ninguno, pero más que seguro son conocidos, para dejarlos pasar antes que a mí. — dijo Francisco, siempre dando la nota. Se creía que por ser el hijastro de uno de los dueños iba a tener vía libre siempre. Insoportable.
Nadie contestó nada, pensamos todos igual. No es mal pibe, pero esos comentarios nos descolocan, se cree mil.
— Bueeeeno vamos entrando. — dijo por fin Mili. Mostramos nuestras pulseras a los guardias de la entrada y luego de que nos revisen, entramos.
Enseguida el humo del lugar inundó mis fosas nasales y la música me ambientó. Subimos las escaleras de Kika para que nos vuelvan a revisar y poder entrar al VIP. Nos dirigimos a nuestra mesa que era una de las últimas y nos ubicamos. A los segundos llegó una chica del lugar con nuestras bebidas que vienen incluidas en la mesa.
— Miralos, después quieren ganar algo. — sentí decir a Francisco, llamando la atención de todos. Lo miré y su cabeza estaba direccionada a la mesa que está a unos metros nuestros, con 7 u 8 chicos, algunos jóvenes y otros no tanto.
Y no tardé mucho en reconocerlos, eran jugadores de la Selección. No es que los conozco perfectamente pero los que ya tienen tiempo en la selección son caras conocidas.
—No lo puedo decir fuerte pero le pediría un beso y una foto a Pavón. — dijo Mili cerca de mi oído. Si Rodrigo, su novio, la escuchaba, no iba a tardar ni cinco segundos en poner cara de culo e ignorarla toda la noche.
Reí sirviéndome una copa de champagne para escuchar a los chicos. Éramos tres mujeres y cinco chicos, ellos comenzaron a hablar de fútbol y a debatir sobre el Mundial de Rusia que cada vez se acercaba más.
