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Ciudad de La Plata, Buenos Aires | Argentina

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Marcos Rojo | Capítulo: Llamada perdida.

   Muevo mi mano en forma de saludo mientras con la otra abrazo a mi novia al tiempo que nos despedimos de sus padres, habiéndolo echo ya con mi familia.
  
    Cuando el auto ya desaparece de nuestro ángulo de visión, decidimos ingresar a nuestra casa para dar por finalizada nuestra cena familiar. Abrazo el cuerpo de mi novia por su cintura antes de que pueda seguir caminando, justo después de cerrar la puerta atrás nuestro.

   Fue una noche excelente, no hubo nada contradictorio. Nuestras familias se llevan bien entre sí, nosotros nos llevamos con la familia del otro y lo mejor de todo es que entre los dos nada podría estar mejor.

— Gracias por ésto. — dice luego de que dejo un beso en su
cuello. — Me haces tan feliz.

    Sus palabras me enorgullecen, y después de tanto siento que por fin estoy haciendo todo bien.  Agustina completa mi felicidad, es el tipo de mujer que cualquier persona necesita, atenta, compañera, comprensiva, simpática, entre otras cosas que me llevarían horas en nombrar.  ¿Cómo pude perder tanto tiempo sin enamorarme?

— Ah eso sí, mi hermana ayudó a limpiar y ahora quiere que le cocines. — digo causando su risa. — Te amo. — digo, minutos después de un profundo silencio.

    Agustina gira sobre sus pies para besar mis labios y enredar sus brazos en mi cuello, permitiéndome dejar mis manos en su cintura.

     El beso no se profundiza más y dejo uno corto sobre sus labios, abrazando nuevamente su cuerpo al tiempo que ella reposa su cabeza en mi pecho, enredando sus brazos en mi cintura.

    Aprovechamos el tiempo en silencio, mientras seguramente mil cosas nos pasan por  la cabeza a ambos, cosas lindas que se desprenden de ésta relación.

    El celular de Agus suena con una llamada, un sonido corto y rápido, como si fuera una perdida. Lo saca de su bolsillo sin separarse de mí.

— Seguro mi papá se olvidó algo. — dice bufando, para desbloquear el celular y bajar la pantalla de notificaciones.

   Llamada perdida, sí, pero no de quién imaginamos. Sino, que de la persona que, por lo menos yo, menos imaginé: Matías.

    Saco sin medir fuerzas el celular de las manos de Agustina para presionar en los últimos mensajes y entrar a la conversación con él, extensa, cabe destacar.

  "Ando cerca de tu departamento, paso y hablamos" es el último de él. "Mañana nos vemos Mati" es el último de ella. Poco a poco mi corazón se estruja y duele, duele como si realmente estuvieran jugando con él.   Sigo subiendo, siendo lo más masoquista que existe. Poco le duró la negativa a verlo, cedió enseguida, seguramente sin pensar en mí.

 𝑬𝒄𝒍𝒊𝒑𝒔𝒆 | 𝑴𝑨𝑹𝑪𝑶𝑺 𝑹𝑶𝑱𝑶 |Where stories live. Discover now