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Agustina Linares | Capítulo: Felicidad
Sonrío ampliamente con algunas lágrimas asomándose por mis ojos cuando veo cómo Marcos acomoda a Lucas en los brazos de Morena, sentada en la cama vacía de la habitación. Todos observan la escena, totalmente conmovidos por la tranquilidad de mi hijo en los brazos de su hermana mayor.
– Yo también quiero. – Martina se cruza de brazos demostrando enojo justo al lado de su padre.
– Ay ella, es toda una hermana mayor. – dice mi cuñada Micaela acercándose a Marti para abrazarla y dejar un beso en su cabeza. – Ahora lo levantamos, ¿querés?
La hija de mi novio asiente haciendo un pequeño puchero y todos vuelven a reír, principalmente mis papás que observan con atención.
– Aprovéchenlo porque esta noche lo malcría la abuela. – dice mi mamá recibiendo risas de parte de la familia de mi novio.
No se como hicieron, pero terminaron por convencer a mi novio de que debía irse esta noche porque la que mejor podía cuidarme en este momento con lo de la cesárea y lo poco que puedo manejarme, es mi mamá.
Marcos al principio se quejó pero entendió que la necesitaba a ella porque no podía conmigo misma. Además, necesita descansar, ya que no se despegó de mi desde que nos levantamos hoy a la mañana. Debía ir a casa, pegarse un baño, descansar un poco el cuerpo y además preparar todo para volver mañana a la mañana y traer lo que nos hacía falta.
Más allá de todo el momento lindo que estamos pasando, Marcos está raro. Desde que llegaron las visitas que está en otra, pensativo, distraído. Le atribuyo todo al cansancio, para no hacerme la cabeza en tratar de entender su malestar.
Marcos se acerca a mí para dejar un beso en mi frente y hablarme con una sonrisa en el rostro.
– ¿Estás bien? ¿Te duele algo? – pregunta. Niego con una sonrisa y un leve movimiento de mi cabeza, me dolía todo pero nada importaba. Tengo a mi hijo conmigo, el precio que estoy pagando es aceptable. – Nos salió lindo te digo.
Su comentario hace reír a los presentes e incluso a mi. Tenía razón: mi hijo era tan prefecto que parecía un sueño tenerlo acá. No es porque sea mi hijo, pero no le encontraba ni un solo defecto.
– Es igual a Agus cuando nació. – dice mi papá, con algo de nostalgia en su voz. – Las facciones, absolutamente todo. – observa de cerca a mi hijo mientras reposa una mano en la espalda de Morena.
A decir verdad, me daba un poco de miedo al principio el hecho de que mis papás sepan de las hijas de Marcos y todo lo que eso implicaba, ya que son un poco conservadores y no sabía cómo iban a tomar el hecho de que mi novio tenga algunos años más que yo y tres hijas.
