• 02 •

7.1K 301 32
                                    

Agustina || Capítulo: Llamada

  Me desperté por el molesto sonido de mi celular. ¿Con qué necesidad pongo la alarma un sábado a las 10am?

— Apaguen eso che. — dijo Mili tapándose la cabeza con la almohada. Que no se haga la loca porque con lo que me hizo anoche la tendría que matar.

Levantate así vamos a comprar algo para comer, y me cocinan, es la única forma de que les perdone lo de anoche. — hablé levantándome para agarrar mi mochila con mi ropa.

  Florencia se sentó rápido en la cama mientras Milagros miraba todo de reojo.

— Yo no puedo creer que seas tan boluda. — se acomodó el pelo y siguió hablando. — Encima llegaste y ésta estúpida ya se había dormido.

  Conté con detalles lo que había pasado con Marcos y esperaba con ansias su llamada que no llegaba. Capaz le había molestado mucho que no podamos concretar.

  Milagros vivía con sus papás pero eran los típicos que viven de viaje, pasaba más tiempo sola que con ellos. Siempre volvíamos a su casa después de alguna salida porque nos sentíamos muy cómodas, y estábamos acostumbradas a pasar el día siguiente juntas. Era la que mejor posición económica tenía.

  Flor, por otro lado, era una chica muy trabajadora que tenía buena posición económica por sí misma. Sus padres no estaban mal pero ella quería superarse y  valerse por si misma.

  Pasamos todo el día juntas y fui a buscar ropa a mi casa porque a la noche decidimos que vamos a dormir juntas otra vez, no niego que podemos terminar en un boliche, nunca se sabe.

/.../

— Vamos a jugar a "yo nunca nunca" — propuso Rodrigo. Comimos en casa de Milagros con el mismo grupo que anoche salimos, y ahora estábamos escuchando un poco de música y hablando. — Ya me aburrí.

—  Obvio que con shots de vodka. — concluí. Todos aceptaron y el juego había comenzado.

  El nivel del juego era "normal" hasta que mi propia amiga tuvo que meter la pata.

— Yo nunca nunca estuve con un jugador o jugadora de fútbol conocido/a. — dijo Flor. Milagros comenzó a reír y los demás miraban sin entender nada, ambas bebimos nuestro pequeño vaso de Absolut.

— La historia de Mili con Simeone JR la sabíamos, pero, ¿que me perdí Agus? — reclamó Francisco. Qué te importa a vos quería decirle.

— ¿Mucha selección anoche, flaca? — preguntó ahora Nico, uno más del grupito.

  Y me salvó la campana. O el teléfono mejor dicho. Miré la pantalla y se trataba de un número desconocido con característica desconocida. Me levanté de mi lugar y caminé hasta el patio, ya que la ventana balcón estaba abierta. 

  Cuando quise atender, la llamada se cortó. No me iba a quedar con la intriga, así que llamé. 

— Tengo una llamad... — comencé diciendo, pero me interrumpieron. 

— ¿Dormías? — preguntó una voz masculina al otro lado. — Soy Marcos. — y ahí las palabras no me salían de la boca, la felicidad me invadía, objetivo cumplido chiquita. —  ¿Agustina? — dijo segundos después. 

— Sí, disculpa, no llegué a atender porque desconocía la característica y lo dudé. — expliqué — Pero no estaba durmiendo, muy sábado che. — sentí su risa. 

— Te dije que te iba a llamar, dudaste de mí. — volvió a reír y repetí su acción. — Te quiero ver. 

— ¿Ahora? — indagué.

— Si, mañana ya me voy. — mencionó. Dudé unos segundos pero finalmente iba a acceder.

— Bueno, estoy donde me dejaste anoche, si podés venir. — dijo que en 20 minutos me buscaba y cortó.

  Fui al baño para verificar que mi maquillaje no se haya estropeado y me cambié de ropa. Les avisé a mis amigas lo que había pasado y luego sentí la bocina de su auto. ¿No era más sutil enviar un mensaje?

— ¿Esperan a alguien? — preguntó Nicolás.

Yo si, chau me voy. — agarré mi cartera y celular y me dirigí a la puerta, al mismo momento que ellos miraban por la ventana.

¿UN AUDI? — gritó Fran. — ¿Quién es?

— Ni se les ocurra decirles quién es. — amenacé a mis amigas. — Deseenme suerte. — reí y salí de la casa luego de escuchar sus saludos.

  Ví el auto e inmediatamente Marcos abrió la puerta, invitándome a entrar. Subí y me recibió con una sonrisa.

— Hola linda. — saludó para acercarse a mi boca y darme un beso.

— ¿Cómo andas? — pregunté cuando él se acomodó en su asiento y puso primera para comenzar a conducir.

— Bien, andaba aburrido. — contó con la vista fija en la calle. — La mayoría salía a cenar pero me daba mucha paja.

— Yo ni ahí me esperaba tu llamada. — sonrió y me miró, volviendo enseguida su cabeza al frente.

— Hombre de palabra. — dijo.

  No deambulamos mucho más de 20 minutos por la ciudad, ya que enseguida estábamos en la entrada de un motel. Pidió una habitación por el teléfono que ahí se encontraba y al instante ingresamos.

  Luego de estacionar el auto, agarró mi mano y entramos a la habitación, mientras él pagaba yo dejé mi cartera y mi campera para tirarme a la cama. Él, sacó del minibar una botella de champagne y sirvió en dos copas.

¿Me viste cara de borracha? — se recostó conmigo y bebió de su copa.

— La primera impresión que me diste. — encarnó una ceja y sonrió. Dejó su copa luego de beber todo el contenido y llevó su mano a mi pelo.

  Dejé mi copa y aprovechó para besarme, quedando arriba mío y dejándome llevar. Sus besos eran la gloria. Y ese perfume me deleitaba.

  Pasó su mano a mi cuello para después recorrerlo con sus besos luego de sacar mi remera. Agarré su cara con una mano para besarlo y obligarlo a sacar su remera, me molestaba la tela evitando el contacto piel a piel.

  Desabrochó mi jean y lo sacó, aprovechando la oportunidad para acariciar mis piernas y dejar besos en ellas. Provoqué que se siente en la cama para quedar sobre él y con mis movimientos calentar la situación.

  Entre caricias y besos, amanecimos juntos entre sábanas blancas. Y no me importaba nada más.

  Quería verlo una vez más. Y otra más. Y las que sean.

 𝑬𝒄𝒍𝒊𝒑𝒔𝒆 | 𝑴𝑨𝑹𝑪𝑶𝑺 𝑹𝑶𝑱𝑶 |Where stories live. Discover now