La Plata, Buenos Aires | Argentina 9 de noviembre de 2021
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Agustina Linares | Capítulo: Verdades Ocultas
Las manos me tiemblan de los nervios que siento y ni siquiera soy capaz de agarrar con fuerza mi cartera al momento de salir del consultorio, ocasionando que caiga y la mitad de las cosas de su interior también lo hagan.
El doctor se encarga de ayudarme a levantar las pocas cosas que impactaron contra el suelo y las entrega en mis manos, las mismas en las cuales sostengo el resultado de los análisis de sangre que me realicé hoy por la mañana y los que miró con tanta atención hace tan solo minutos para luego darme la noticia a la que tanto terror le tenía.
"Estás embarazada" fueron sus palabras e instantáneamente dejé de darle atención a las posibilidades que planteó, entre las que me ponía al tanto de que había opciones todavía dependiendo a lo que yo quería. Pero nada de eso importó cuando empezaron a pasar por mi cabeza las Miles de veces que me imaginé este momento, pero a su vez la cantidad de veces que Marcos dejó en claro que no quería un hijo a esta altura.
Además, ¿Como le explico que por más que haya tomado pastillas desde siempre, estoy entre ese 1% a las cuales no nos son totalmente efectivas?
No puedo estar triste pero tampoco feliz, ni siquiera se como sentirme, lo único que sé es que tengo un nudo en la garganta que difícilmente se va a ir.
El reloj de mi muñeca marca las 16:35 cuando paso las puertas de la clínica con la intención de buscar mi auto lo más pronto posible.
Cualquier bebé que cruzo en el trayecto me hace sentir mal, sabiendo que siempre desee ser madre pero no en estas circunstancias.
Llego a la cochera al cabo de unos minutos, pagando lo que debo por el tiempo que ocupé la plaza de estacionamiento y me dirijo al auto, deseando llegar ya a mi casa y dormir hasta el año que viene.
Justo antes de que pueda darle marcha al vehículo, mi celular suena, mostrando una llamada entrante de Cecilia. La atiendo, sin muchas ganas, pero tratando de sonar lo más normal posible.
— Hola amiga. — saluda al instante y de fondo puedo escuchar la música de La Granja que seguramente entretiene a Francesca. —¿Tenés planes para más tarde?
— Hola Ceci. - saludo de igual manera. — Para hoy nada hasta ahora. — termino con una risa baja.
— Vengan a comer. — propone, haciéndome dudar de primera mano. — Mañana los chicos entrenan a la tarde.
Pienso las mejores excusas existentes y elijo la de victimizar a mi novio, que está con una sobrecarga muscular desde hace más de una semana.
