𝑬𝒄𝒍𝒊𝒑𝒔𝒆 | 𝑴𝑨𝑹𝑪𝑶𝑺 𝑹𝑶𝑱𝑶 |

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La Boca, Buenos Aires | Argentina
Miércoles 10 de febrero de 2021

Marcos Rojo | Capítulo: Hermanas

Terminé mis trabajos en el gimnasio y al despedirme del profe me dirigí a los vestuarios para bañarme y concluir mi rutina del día siendo las 18:40.

Miré mi celular con la ilusión de tener un mensaje de Eugenia aceptando que vaya a ver a mis hijas, pero esa ilusión se cae a pedazos cuando noto que mi mensaje tiene los dos tildes azules. Me estoy cansando de ésta negatividad de su parte y evalúo la posibilidad de llevarlo a instancias judiciales.

Me descambié por completo y agarré la toalla para meterme bajo el agua tibia de las duchas, tratando de sacar el calor de mi cuerpo y relajarme.

Me estoy volviendo a sentir bien físicamente debido a los exigentes entrenamientos que me proponen, y esto me da la esperanza de poder levantar también mi nivel futbolístico, dando la posibilidad, a su vez, de sumar minutos.

Cerré el agua luego de sacar el resto de jabón de mi cuerpo y me envolví el dorso con la toalla, para caminar nuevamente a mi rincón y buscar la ropa limpia con la intención de cambiarme.

- Nos están matando. - escuché voces llegando al vestuario y reconozco la de Agus Almendra, quejándose.

- Y es miércoles recién, deje de quejarse. - le retrucó alguien que puedo asegurar que es el colombiano Fabra.

Ingresaron adónde estoy y algunos saludaron con un simple hola y otros con el puño. Se sentó a mi lado Agustín, mientras termino de atarme los cordones.

- ¿Cómo va esa puesta a punto? - preguntó, para llamar mi atención.

- Bastante bien, trato de no sobre exigirme pero me siento bien. - sonreí y él palmeó mi espalda.

Terminé con mis zapatillas y quise prestar atención a lo que hablaban, pero era sobre el entrenamiento y claramente no tengo nada que acotar. Por lo tanto, antes de salir revisé mi celular y sonreí como un pelotudo ante el mensaje de Agustina que constaba de una foto suya con mucha cara de cansada.

Seguía estudiando, y eso significa que no nos vamos a ver tampoco hoy. Y aunque no lo demuestro, la extraño, pero no quiero joder y prefiero que estudie para prepararse lo mejor posible.

Saludé a todos los chicos y salí del vestuario, dirigiéndome al estacionamiento. En el camino, me crucé a mucha gente que a medida que pasan los días voy conociendo. El club es todo lo que imaginé, la gente tenía características muy similares: simpática, solidaria, paciente, y esto hace muy agradable mi estadía.