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Ciudad de La Plata, Buenos Aires | Argentina
10 de septiembre de 2021

Marcos Rojo | Capítulo: Extrañar

Apago el Smart luego de ver el reloj y darme cuenta que se me pasó la hora buscando algo para ver. No sé para qué pago Netflix y Amazon si nunca nada me llama la atención.

Reviso mi celular una vez más antes de decidir dormir y sonrío con los mensajes de los boludos de mis compañeros que joden con salir a algún lado esta noche, y me acusan de estar con alguien y dicen que por eso mismo no contesto los mensajes.

— Como buen profesional que soy ya me estoy yendo a dormir, hagan lo mismo. — finjo seriedad mientras grabo el audio y largo una carcajada apenas lo envío.

El audio enseguida es reproducido por algunos, que se toman el tiempo de gastarme y desmentirme.

Dejo el celular a un lado, decidido a dormir después de un largo y cansador día. Trato de no pensar en nada y dejar la cabeza en blanco, porque si entra a mi cabeza una sola persona sé que voy a perder el sueño en absoluto al pensar tantas cosas.

Minutos después, justo cuando estoy próximo al sueño pero sin perder totalmente la conciencia, el tono de llamada de mi celular suena justo al lado de mi oreja. Y antes de agarrarlo, debato internamente entre si hacerlo o no, maldiciendo a quien sea que llama a esta hora.

Leo varias veces el nombre y me convenzo de que esto no es un sueño, que está pasando de verdad. No sé los motivos de una llamada suya a esta hora de la noche, pero no tendría que quedarme con la duda.

Quizás los presentes y las cartas que le mandé estos últimos días la movilizaron y quiere agradecerme.

— ¿Hola? — es mi simple saludo, esperando respuestas.

— ¿Estás durmiendo? — pregunta Agustina, al otro lado de la línea telefónica, seguramente por indicio de mi voz.

— Estaba. ¿Pasó algo? — escucho algo de música cuando ella se queda en silencio, acompañada del murmullo inaudible de gente.

— Estoy en Cortez, el bar de Avenida 44 y calle 17, ¿Me querés venir a buscar? — propone, dándole lugar a nuevas ilusiones dentro mío. Tardo en responder y ella sigue hablando. Tengo una espera de veinticinco minutos para el Uber. — se excusa, dando un motivo para su llamado repentino.

Su justificación es la señal de que me está utilizando nada más, pero una pequeña ilusión de mi cabeza me hace creer que me quiere ver. Y accedo, avisando que ya salgo para allá, por el simple echo de que es ella y simplemente ella.

Me tomo el tiempo de volver a cambiarme e ir al baño antes de salir, alistándome y de paso dejando la habitación acomodada por las dudas. POR LAS DUDAS.

 𝑬𝒄𝒍𝒊𝒑𝒔𝒆 | 𝑴𝑨𝑹𝑪𝑶𝑺 𝑹𝑶𝑱𝑶 |Where stories live. Discover now