Capítulo 12. Todas las razones para hacerlo

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Eran las tres de la mañana y Mimi no aparecía por ningún lado. Austin había avisado a la policía de Miami y ya había una patrulla buscando a la anciana, habían revisado las cámaras de seguridad del supermercado para ver en qué dirección se había ido pero no lograron descubrir mucho.

—Tranquilo Austin, ya verás como aparece pronto— dijo con voz dulce su mujer intentando darle fuerzas.

—Señor Moon, hemos encontrado el bolso de su madre. Estaba abandonado en un banco del parque.

El ahora comisario Dunphy se había acercado a ellos. Siempre había tenido simpatía por la pareja desde que le habían dejado tocar la batería en uno de los primeros conciertos de Austin, tras haberles detenido por entrar sin permiso en uno de los sitios donde Trish trabajaba.

—¡¿De verdad?! ¿y ella? ¡Usad el bolso para que un perro siga su rastro! ¡¿Habéis traído perros?! ¿Dónde están?

Las palabras se amontonaban en la boca del preocupado hijo, que intentaba expresar sin éxito todos los pensamientos que recorrían su mente.

—Eso les sirve de pista, ¿no?— preguntó Ally.

—Bueno, sabemos que no ha sufrido un robo porque el dinero y el teléfono siguen dentro, probablemente se lo dejase olvidado y dado que nadie ha robado las pertenencias suponemos que fue hace poco— explicó el comisario —seguiremos buscando por esta zona.

—Muchas gracias señor Dunphy, ¿qué podemos hacer nosotros?

—Lo más sensato es que os vayáis a casa, Austin necesita descansar— dijo en voz baja mirando a Ally —si la encontramos no dudes en que os llamaremos sea la hora que sea.

Ally asintió mientras por el rabillo del ojo veía como su marido se sentaba en el borde de la acera y empezaba a respirar lentamente intentando calmarse.

En momentos como ese su marido no se parecía en nada al joven que un día había sido, el chico lleno de ganas de comerse el mundo y sin miedo al fracaso porque sabía que iba a llegar alto. Ahora mismo tan lleno de miedos y preocupaciones sólo deseaba poder darle la fuerza del joven Austin. Aunque fuera una porción minúscula.

•••

—Debe ser la séptima vez que pasamos por aquí— suspiró JJ cansado al tiempo que intentaba evitar un bostezo.

—Vete a casa si quieres— gruñó su hermana —hasta que no aparezca la señora Moon yo no pienso descansar.

—No me malinterpretes Trish, es solo que he tenido que madrugar para llevar el coche al taller y ahora estoy que no me tengo en pie.

Trish lanzó un bufido mientras volvía a mirar el Firebird, al que por algún extraño motivo su hermano tenía tanto cariño.

—No se por qué sigues negándote a vender esta chatarra; algún día te va a dejar tirado en medio de la nada y yo no pienso ir a por ti.

—Este coche es una joya— dijo su hermano acariciando la tapicería de cuero —nunca me voy a deshacer de él, por muchos disgustos que me dé.

—A veces nos aferramos a las cosas por costumbre y nos da demasiada pena cambiarlas— murmuró ella.

—Ya...

JJ sabía que si le decía a su hermana que su aventura con Jace no era tan secreta como pensaba se iba a enfadar mucho. Porque Trish era así de pasional, te odiaba un día y al siguiente te quería y eso no iba a cambiar.

•••

—¿Crees que debíamos haberle dicho a Austin lo de la enfermedad de su madre antes?

When Future Becomes Past.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα