Capítulo 37. Entre la espada y la pared.

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Ally pidió un taxi, agarró a Dallas, que seguía en shock y tras empujarle dentro gritó al conductor «¡Al Mount Sinai Medical Center por favor!»

Mientras Trish y Carrie deshacían el camino andado en busca de los chicos y los niños. Cuando Austin las vió llegar a lo lejos rápidamente notó que algo había pasado, su cara desfigurada por el susto lo decía todo.

—¿Y Ally? ¿Qué ha pasado?— preguntó Austin, que al notar la ausencia de su mujer estaba empezando a ponerse nervioso —no me digáis que no ha pasado nada, lo veo en vuestras miradas.

—Nelson...

Carrie empezó la frase pero no fue capaz de terminarla, la sangre fría que había reinado mientras cuidaba del accidentado ahora parecía haber desaparecido y antes de que pudiera seguir empezó a llorar desconsoladamente.

—Nelson ha tenido un pequeño accidente, Ally y Dallas se lo han llevado al hospital— contestó Trish, que había notado como los tres niños se acercaban al ver llorar a la rubia —¿por qué no os lleváis a los peques a tomar un helado?— preguntó mirando a los Wade.

Dez agradeció con la mirada a su amiga mientras abrazaba a su mujer, que seguía sollozando en silencio. No tenía ni idea de lo que había pasado pero se imaginaba que era algo más que “un pequeño accidente”. A pesar de que Carrie siempre había sido muy fuerte, esta situación había hecho que llegase al límite de sus nervios.

Trish y Austin se subieron al coche del rubio mientras sus amigos se quedaban al cargo de los niños. Al oír la palabra mágica “helado” Alex, Ava y Magnolia habían empezado a recoger mientras discutían sobre qué sabor era el mejor.

•••

—¡Ya estamos aquí!— gritó Trish apunto de saltar del coche en marcha.

Dallas y Ally estaban en la puerta del hospital esperándoles, ella caminaba sin parar de un lado para otro, en su cara se veían claramente señas de que había estado llorando; él se había sentado en el bordillo de la carretera con la cabeza hundida entre las rodillas.

—Los niños están con Carrie y Dez— explicó Austin —¿me vais a contar ya lo que ha pasado?

—Ha sido culpa mía...— murmuró Dallas sin alzar la cabeza —no debería haberle dejado ir solo, ha sido culpa mía...

—No es culpa tuya Dallas, Nelson ha sufrido un ataque de tiburón mientras les echaba de comer— dijo Ally mirando a su marido —ha perdido parte de una pierna.

El rubio se quedó boquiabierto, en ningún momento había imaginado algo así. Ahora entendía la expresión de las chicas cuando habían llegado a la playa.

—Le están operando y...

—¿¡Alguno de ustedes es B negativo!?— un médico que acababa de salir interrumpió a Ally en mitad de la frase —¡Nos estamos quedando sin sangre de su tipo!

Los cuatro adultos se miraron unos a otros mientras negaban con la cabeza.

—Pero... ¿cómo pueden quedarse sin sangre en un hospital?— preguntó Austin.

—El B negativo es el tipo menos corriente y su amigo ya ha recibido tres transfusiones, de momento hemos conseguido estabilizarlo pero va a necesitar más en unas horas.

Ante la mirada atónita de sus oyentes y consciente de que no iban a servirle de ayuda, el médico resopló y tras gritarle algo a un enfermero que estaba fumando volvió corriendo adentro.

Trish se mordía el labio nerviosa una y otra vez, sabía una forma de salvar a Nelson pero no se atrevía a decirla. Se sentía atrapada en un remolino de culpabilidad ¿y si Nelson moría por su culpa? Por muchos años que hubiesen pasado nadie dejaría de ver al fuerte y apuesto joven como el niño patoso que había sido.

When Future Becomes Past.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora