Capítulo 24. No puede ser cierto

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•Miami, 2023•

—Vaya, no sabía que habíais hecho eso por él— dijo Megan —no me puedo creer que luego os...

—Si, pero aún no hemos llegado a eso— interrumpió Ally.

Habían pasado casi seis años desde que los caminos de Andrew y Ally se separaron pero a ella le seguía doliendo. Ella era de ese tipo de personas que siempre está dispuesta a dar otra oportunidad, pero después de lo que había hecho... no, algo así no se lo perdonaría nunca a nadie.

•••

Trish aparcó enfrente de una casa en la que aunque había estado pocas veces conocía a la perfección. Allí vivía Jace, el pequeño chalet de dos dormitorios había pertenecido a su abuela, y cuando el año anterior la mujer, ya centenaria, murió, se quedó para él.

Dudó unos segundos, Jace no había contestado ninguno de sus mensajes desde que Chuck volvió a la ciudad ¿pero acaso era su culpa estar casada con otro hombre? Si fuera por ella en ese mismo momento rompería todos los lazos que tenía con su marido y se lanzaría a los brazos de su amante para no despegarse de él en lo que le quedaba de vida. Pero no podía, tenía una hija que adoraba a su padre y Chuck seguía tan enamorado de ella como al principio, no podía romperle el corazón a los dos.

A veces pensaba que ojalá no se hubieran conocido en el tour de Austin, pero enseguida esa idea le parecía peor que la muerte.

Golpeó la puerta con los nudillos, mientras esperaba recordó todas las veces que se había escapado a esa casa, todas las tardes que había pasado en su cama y sabía que solo sería feliz si pudiera hacer eso todos los días del resto de su vida.

—¿Trish?— cuando Jace abrió la puerta eso fue lo único que pudo decir.

La mujer se le quedó mirando sin saber que hacer. Parecía que le había interrumpido en plena sesión de ejercicio, llevaba unos pantalones de chándal grises y su camiseta de tirantes estaba empapada en sudor. Trish se tuvo que contener para no tirarse encima de él.

—¿Puedo pasar?

—Sí, supongo que sí— Jace suspiró haciéndose a un lado.

Cuando entró vio la esterilla, la cuerda de saltar y las mancuernas tiradas en medio del salón. Sonrió al pensar que había estado en lo cierto.

—¿Por qué no has contestado mis mensajes?

El hombre no contestó, se agachó para empezar a recoger su equipo deportivo Quizás estaba intentando ganar tiempo, pensó Trish, ¿pero tiempo para que? Había venido a por una respuesta y no se iba a ir hasta que la tuviese.

—¿Por qué no estás con Chuck? Pensaba que sólo te hacía falta cuando él no estaba— bufó tras un eterno minuto.

—Jace, te prometo que estoy contando los días para que se vuelva a ir, sólo quiero estar contigo, sabes que soy completamente tuya.

Sin darse la vuelta Jace escuchó a la única mujer que había amado en la vida soltar las mismas palabras de siempre. Pero estaba empezando a dudar de que fuera verdad.

—Os vi, el día que habíamos quedado— dijo con la voz helada, ausente de toda emoción —no vi tu mensaje y cuando llegué a tu casa oí ruidos... me asomé por la ventana y se os veía muy cariñosos encima de la isla de la cocina.

Trish se quedó de piedra, no podía creer que Jace les hubiera visto teniendo relaciones.

—Se pensó que había preparado todo eso para él, ¿que querías que hiciera?

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now