Capítulo 23. Verde de envidia y de otras cosas

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—¡Sois unos gilipollas!— gritó Ally a los jugadores que no paraban de reírse del pobre Andrew.

—Shh, Ally, que te van a oír— dijo Trish, sabiendo que la mayoría de esos chicos medía el doble que su amiga.

Andrew intentaba sacudirse el pringue verde pero por muchos esfuerzos que hacía el líquido había penetrado por completo en su pelo y su disfraz.

—Vamos a tu piso para que te duches.

Ally intentó consolar a su amigo pero cuando estaba apunto de poner una mano en su hombro la retiró, por nada del mundo quería tocar esa masa viscosa. El chico notó su gesto y se sintió completamente decepcionado.

—No, estoy bien, de verdad— murmuró el británico.

—No seas ridículo, no puedes seguir así— le contradijo Dez.

—¿Por qué no quieres que vayamos a tu casa?

Austin cada vez sospechaba más y más de que el británico les estaba ocultando algo, desde el día que le conoció había notado algo raro y tenía la sensación de que estaba a punto de descubrir qué era.

—Venga, como haga más frío te vas a quedar helado— dijo Carrie preocupada.

—¡He dicho que no!— Andrew empezó a alzar la voz.

—¡Eh! ¡A mi novia no le hablas así!

—Vamos a calmarnos todos un poquito ¿vale?— dijo Trish evitando así que la situación se pusiera más tensa.

—Te repito la pregunta— Austin fue el primero en hablar —¿por qué no quieres que vayamos a tu casa?

Todos se quedaron espectantes, Ally recordó el primer día de universidad, cuando le habían acompañado hasta ese maravilloso edificio ¿por qué querría alejarles de allí?

—¡Porque no vivo donde os dije! ¿¡Contentos?!— Andrew estalló de repente, su cara se convirtió en una mueca de odio y asco como si no quisiera contarles la verdad —¡Vivo en North River Drive! Es el único lugar en el que me puedo permitir un pequeño cuchitril que comparto con las pulgas, pero claro, ¿cómo iba a contaros la verdad?— miró a Austin y a Ally —¡Vosotros sois ricos y famosos y no seríais capaces de entenderlo ni en un millón de vidas! Pero tranquilos, ya me vuelvo a mi casa a ducharme, con suerte hoy el agua saldrá menos sucia que este asqueroso pringue verde.

Tras su pequeño monólogo los demás no sabían que decir, Andrew se dio la vuelta y empezó a caminar mientras resoplaba intentando calmar su cólera. Se sentía como un estúpido al que habían acorralado pero con suerte no les vería nunca más, así al menos se ahorraba la vergüenza.

—¡Espera!— Ally corrió detrás de él —¿de verdad te crees que somos así de superficiales? Me da igual donde vivas o el dinero que tengas, lo que importa eres tú.

La joven dio un abrazo a su amigo antes de que pudiera contestar, lo que hizo que inevitablemente se llenase el vestido de líquido verde, aunque ya no le importaba mancharse. El británico se destensó completamente mientras sentía un hormigueo en el estómago al notar ese abrazo.

Andrew había pasado de estar furioso con el mundo a estarlo consigo mismo, desde que había puesto un pie en Miami había intentado ser otra persona, pero debería saber que eso nunca salía bien.

—La verdad es que si piensas eso quizás deberías irte— dijo Austin, que se había acercado con los demás sin que Ally y Andrew se dieran cuenta.

La mirada que le lanzó su novia fue suficiente para que el rubio se sintiera mal por sus palabras. Pensaba que se iba a sentir bien al desenmascarar al mentiroso que había engañado a su novia con su carisma y elegancia inglesas pero al darse cuenta de lo avergonzado que parecía ahora el joven empezó a sentir más bien pena y unas ganas inmensas de ayudarle.

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now