Capítulo 16. El culpable debe pagar

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Al día siguiente todos llegaron muy cansados a la reunión con Megan, la noche anterior se habían quedado charlando hasta muy tarde y en ese momento se arrepentieron.

•Miami, 2014•

—Tiene que haber algo que podamos hacer para salvar la Music Factory— suspiró Ally.

—Tu padre ha dicho que el seguro no cubre ni una cuarta parte de los daños— le recordó Trish —habrá que cerrar.

—¡Pero piensa en todos esos niños que no podrán seguir con su formación! ¡Muchos talentos se perderán!

Austin, Ally y Trish, con Dez a través de una videollamada, se encontraban en el club de playa discutiendo sobre la mejor estrategia para conseguir el dinero que necesitaban.

Cuando dieron dado al pelirrojo la noticia tuvieron que pararle para que no cogiera un avión y se presentase en Miami en ese mismo instante. Carrie se acababa de marchar y se escontraba tan triste que la noticia del incendio sólo empeoró su estado de ánimo.

—¿Por qué no hacemos pasteles y los vendemos?— preguntó Dez.

—Eso ya lo hice yo para salvar a los manatíes— dijo Ally —y Austin y tú os comisteis todos antes de que pudiera venderlos.

—¿Y si subastamos una cita con Austin?

—¡Eso también lo hicimos estúpido zanahorio!— gritó Trish irritada.

—¡Oye! ¡Que tu novio me llame así no te da permiso para hacer lo mismo!

—Parad de una vez, ya se nos ocurrirá algo.

Ally intentó calmarles; todos tenían los nervios a flor de piel, la planta de abajo del edificio estaba destrozada y la policía aún no tenía ninguna pista de quien podía ser el culpable. Las cámaras de seguridad que Lester había colocado en los tiempos de la tienda eran falsas, simplemente estaban para persuadir a los ladrones.

Austin les escuchaba en silencio, el señor Dawson le había hecho una propuesta bastante emocionante con la condición de que no podía contar nada. Abrir el «Austin & Ally Museum», un museo dedicado a ellos dos y a sus carreras musicales. La idea de tener un museo sobre su persona ponía a Austin algo nervioso, ¿se merecía un honor así? Eso sería elevarle a la categoría de leyenda, un artista cuyo recuerdo perdura en el tiempo para siempre.

—¡Esto es desesperante!— se quejó Ally mientras tocaba compulsivamente su colgante.

Era el colgante que Austin le había regalado a pesar de que ganó la apuesta sobre el talento de Shelby, otra de las alumnas que ahora no podría seguir dando clases de baile. Tenía un sol y una luna y en una pequeña plaquita ponía «I believe in you. Together we can go fart» cuando en realidad debería poner «Together we can go farther than the moon». Aunque la errata quitaba todo el romanticismo al regalo Ally se negó a que la corrigieran, era algo adorable y divertido, justo como Austin.

—Cariño, deberías darle un tiempo— dijo el rubio a su novia —está todo muy reciente y aunque consiguieras el dinero no podrías hacer nada.

En ese momento apareció Andrew llevando un pequeño ramo de flores, Austin se quedó mirándole con desprecio, ¿acaso no había entendido nada de la conversación del último día?

—Acabo de ver en las noticias lo que pasó en tu tienda— dijo tendiéndole las flores a Ally —¿te encuentras bien? Menos mal que no hubo ningún herido.

—Muchas gracias Andrew, es un detalle de tu parte.

El británico se sentó y un silencio sepulcral, y algo incómodo, se sobrevino sobre el pequeño grupo. Finalmente el sonido de un móvil quebró la calma y todos suspiraron aliviados.

When Future Becomes Past.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant