Capítulo 54. Luces y purpurina

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A las dos de la madrugada Dez ya estaba completamente borracho, se había subido al escenario y bailaba restregándose con los strippers. Austin le animaba desde abajo, él no había bebido tanto, había aprendido la lección el que que vomitó encima de su mujer en Halloween, pero aún así estaba más alegre de la cuenta.

El teléfono del rubio sonaba en su bolsillo pero con el sonido de la música él no lo escuchaba. Siguió bailando y moviendo las caderas hasta que alguien a su lado llamó su atención.

—¡Eh! ¡Te brilla el paquete!— exclamó una de las mujeres entre risas.

Austin tardó unos segundos en reaccionar y no fue hasta que miró a su pantalón que notó la vibración de su móvil. Salió un momento a la calle pero la llamada se había cortado.

Tuvo que limpiarse los dedos de sudor y purpurina antes de que el sensor reconoció su huella dactilar.

—Lo siento cariño, Dez y yo salimos a tomar algo y... […] Sí, sí, no te preocupes, acerco a Dez a su casa y voy para allá […] lo siento mucho, te quiero.

Volvió a entrar para intentar llevarse a Dez pero todo lo que hizo fue inútil; a esas alturas tenía tanto alcohol en el cuerpo que nada de lo que dijese le convencería para bajar de esa plataforma.

Miró a su amigo disgustado, eso no le iba a hacer ninguna gracia a Carrie. Dió la dirección del pelirrojo al dueño del local y le dejó dinero para un taxi. Se sentía muy egoísta abandonándolo de esa manera pero ya no eran adolescentes y Dez tendría que pagar las consecuencias de sus actos.

•••

Bailando y divirtiéndose como nunca en muchos años el hombre empezó a notar como el alcohol le nublaba la vista.

—¿Estás bien guapo? Creo que necesitas un poco de aire fresco— le dijo uno de los bailarines.

El subidón y la adrenalina que le habían dado los más de diez cócteles que se había bebido desaparecieron de repente, solo asintió y ese pequeño movimiento de cabeza hizo que todo a su alrededor diese vueltas.

El hombre, que dijo llamarse Will, le ayudó a bajar y le condujo por una puerta lateral a un callejón que daba a la parte trasera de todos los restaurantes de la calle.

—¿Estás bien?— volvió a preguntar Will.

Dez resopló y se dejó caer contra la pared de ladrillo, sentía calor y frío al mismo tiempo, no entendía que le estaba pasando. Quizás simplemente se estaba haciendo mayor para esas cosas.

—¿Cuántos años tienes?— le preguntó a Will.

Hasta ese momento no se había fijado pero su compañero de baile parecía muy joven, ese chico debería estar estudiando en la universidad y no enseñando cacha en un garito.

—Veintitrés —contestó él mientras sacaba el cigarrillo que había estado toda la noche sobre su oreja —veinticuatro el mes que viene.

El stripper bajó la mano hacia donde debería estar su bolsillo pero con una mueca se dio cuenta de que solo llevaba el tanga de su actuación. Volvió a acomodar el cigarrillo donde estaba y miró a Dez.

El pelirrojo estaba tan pálido que el color de su flequillo contrastaba enormemente con el de su frente y más teniendo en cuenta que se había oscurecido con el sudor.

—Alguien tan joven como tú... ¿como ha acabado aquí?

Will rió y chasqueó la lengua, estuvo apunto de decirle que era el segundo más mayor de la plantilla pero no quería revelar información sobre sus compañeros de trabajo.

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now