Capítulo 49. Tu voz en mi cabeza

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—No me puedo creer que haya sido tan fácil— dijo Ally entre risas.

Habían terminado el trabajo en media hora y había sido como un juego de niños.

—¿Qué te apetece hacer? ¿Pedimos una pizza para cenar?— preguntó Andrew con la esperanza de que la chica no quisiese irse de allí.

—Me parece genial.

Andrew agarró su móvil y busco una pizzería que estuviese cerca, vió un par de ellas con muy buenas críticas y mientras la boca se le empezaba a hacer agua le mostró el teléfono a su amiga.

—En esta pone que nos la traen en menos de 30 minutos.

—¿Por qué no vamos nosotros a por ella? Me apetece dar un paseo— sugirió Ally.

Andrew titubeó unos segundos, una parte de él le decía que no podía negarle nada a esa chica, la otra sabía que era una mala idea.

—En este barrio mejor no... lo siento.

—¿Tan malo es?

El británico se encogió de hombros al tiempo que asentía con la cabeza, no quería asustarla pero le confesó que un par de veces le habían intentando robar y otra un borracho se le acercó simplemente buscando pelea. Ya se estaba empezando a acostumbrar.

—¿Y qué haces cuando te pasa algo así?

—El truco está en saber dar buenos puñetazos.

Ally miró a su amigo de arriba a abajo, con esos brazos tan delgaduchos parecía imposible que pudiese darle un puñetazo a alguien. Pero él lo había dicho de forma tan confiada que estaba empezando a dudar.

—¿Quieres que te enseñe?— preguntó él notando su incredulidad.

—Yo no tengo fuerza, no podría hacer daño ni a una mosca— respondió ella entre avergonzada y divertida.

—El truco no está en la fuerza sino en utilizar todo el cuerpo.

Andrew se puso a su lado y lanzó un golpe al aire con tanto impulso que casi se cae hacia delante.

—¿Ves? Así consigues hacer mucho más daño.

—No puedo, de verdad que no— dijo Ally riendo.

—Dame el puñetazo más fuerte que puedas— pidió el joven parándose frente a su amiga —venga, sin miedo.

Ally dudó unos instantes pero luego lanzó un tímido golpe a su pecho.

—¡Venga ya! ¡Sé que puedes hacerlo mejor!

Animada por el británico Ally soltó un segundo puñetazo esta vez con más fuerza. Él hizo un gesto de dolor y cuando la joven, preocupada de haberle hecho daño, se acercó a él, la cogió en volandas y empezó a dar vueltas con Ally en brazos mientras gritaba en tono de burla.

—¡Que dolor! ¡Me has hecho mucho daño!

Ally se agarró a su cuello y empezó soltar una mezcla entre chillidos y risas. Cuando él se cansó de zarandearla la volvió a posar en el suelo suavemente. Pero ella no se había soltado, sus manos seguían agarradas a su cuello y sus respiraciones, ambas completamente agitadas, se mezclaban de tan cerca que estaban el uno del otro.

El timbre rompió ese mágico momento, rápidamente se separaron, ninguno de los dos entendía como habían llegado a esa situación. Se sentían culpables pero en el fondo sabían que no tanto como para no querer repetirlo.

—La pizza está aquí— susurró Andrew yendo a abrir la puerta.

Ally sacó un par de platos intentando no pensar en lo que acababa de pasar. Miró de reojo al británico que parecía estar muy concentrado en la cena y ambos se sentaron a la mesa sin decir nada.

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now