Capítulo 19. Bloqueados

183 20 4
                                    

Austin y Ally se encontraban debajo de la mesa aguzando el oído para captar todos y cada uno de los sonidos que venían de fuera. Pronto los albañiles se pusieron manos a la obra y el ruido de las máquinas eclipsó todo lo demás.

—¿Y ahora qué?— preguntó Ally en un susurro.

—Esperaremos a que sea de noche y se vayan, tranquila, aquí no nos puede ver nadie— dijo su novio calmándola.

A pesar de las reconfortantes palabras Ally seguía temblando, demasiadas emociones fuertes para ella que era una persona calmada y racional. Austin confundió su miedo con frío y la atrajo hacia él para abrazarla lo que en cierto modo ayudó más que cualquier cosa que pudieran decirse.

•••

Las horas pasaban y el edificio seguía lleno de gente, la joven pareja empezaba a notar las consecuencias de estar tanto tiempo agazapados y sus músculos se agarrotaban sin remedio. Austin intentó estirarse y casi asoma un pie por debajo de la mesa sin darse cuenta; hasta el más mínimo movimiento era un riesgo que no podían correr.

De pronto un destornillador cayó rodando a escasos centímetros de la pierna de Ally y Austin tuvo que taparle la boca para que no chillase. «Se acabó, nos han pillado» pensaron ambos mientras veían un par de botas de trabajo acercarse cada vez más.

Una mano callosa asomó por debajo de la tela que cubría la mesa y empezó a palpar. Si en ese momento alguien le hubiera tomado la tensión a cualquiera de los dos el aparato habría explotado. La mano se acercaba más y más a Ally que se mordía los labios tan fuerte que unos diminutos puntos rojos asomaron alrededor de sus dientes.

Cuando ya se daban por pillados y la joven casi daba las gracias por acabar con esa espera que se estaba convirtiendo en una tortura el obrero agarró el destornillador, se levantó y se fue.

Los dos polizones empezaron de nuevo a respirar, aunque no se habían dado cuenta de que estaban conteniendo el aliento. A pesar de su alivio se sentían completamente atrapados, en una angustia infinita que parecía que no iba a acabar nunca. Siguieron esperando ¿acaso había algo más que pudiesen hacer?

•••

—Creo que ya no queda nadie— dijo Austin evitando un bostezo.

Habían pasado siete horas desde que se quedaron atrapados debajo de la mesa, ya era casi de noche y a medida que las máquinas se apagaban y las voces se alejaban se sintieron más cerca que nunca de la libertad.

Cuando llevaban un rato sin oír ni un ruido y estaban dispuestos a salir una voz vagamente conocida les hizo dar un respingo.

—¡Está quedando genial!

—Es Trent— susurró Ally.

Austin asintió e intentando ser lo más silencioso posible se agachó para intentar ver algo entre el estrecho espacio que había entre la tela y el suelo.

Allí estaba Trent, con sus andares presuntuosos y su estúpido sombrero que siempre llevaba ladeado. Paseándose miraba todo a su alrededor como un rey en su castillo.

Una furia inmensa inundó de nuevo su cuerpo, la sangre le hervía en las venas y una parte de él le decía que saliese ahora mismo y estrangulase a Trent con sus propias manos. Aunque pronto se dio cuenta de que era una idea horrible ¿o no? Cauteloso decidió contentarse con imaginarlo.

—Aún falta por traer la máquina de humo y las luces para el escenario— siguió diciendo.

—¿Con quién habla?— susurró Ally al oído de su novio.

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now