Capítulo 51. Mensajes de amor

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—¿Qué es esto?— preguntó Austin confuso —pone que es para Alex.

Su mujer no supo que contestar, no tenía ni idea de qué había en ese paquete o quién había podido dejarlo ahí, y mucho menos de por qué tenía el nombre de su hijo.

—¿Es un regalo para mi?— el pequeño de los Moon se levantó corriendo y con una luz especial en la mirada se acercó a su padre.

—Eso pone— respondió su padre tendiéndole la caja.

El niño la abrió y cuando descubrió lo que había dentro no pudo evitar chillar de la alegría.

—¡Mi perro robot! ¡Tengo un perro robot!

Dando saltos por todo el salón sacó el juguete de la caja y no tardó más de cinco segundos en ponerle nombre.

—Pensaba que Santa Claus no había conseguido fabricar suficientes perros robot— comentó Ava con una sonrisa.

—Supongo que encontraría alguno en el almacén— respondió su madre rápidamente.

Ava rió y sus padres se miraron sorprendidos, ¿acaso sabía ya la verdad sobre Santa Claus? ¡Pero si era muy pequeña! Los niños cada vez descubrían esas cosas antes y era una pena.

Mientras los Moon recogían todo el papel de regalo que inundaba el salón los niños subieron a su habitación a jugar.

—Yo también pensaba que a Santa Claus se le habían acabado— dijo Austin entre risas.

—Ha sido Kira, estoy segura.

—¿Qué?

—El otro día me encontré con ella en el Miami Mall y se ofreció a ayudarme— Ally iba a contar todo lo que había pasado pero estaba completamente agotada —es una historia muy larga, lo importante es que Alex está feliz.

—Descansa un poco, yo terminaré de recoger antes de que nos vayamos.

—Ay no, se me había olvidado— se quejó Ally lanzando un suspiro.

Habían quedado para ir a comer a casa de los De La Rosa. La mayor parte de su familia estaba en México y no podían reunirse así que todos los años intentaban invitar a sus amigos.

—No te preocupes, aún hay tiempo.

Ally volvió a sentarse en el sofá y aunque no hacía frío le pidió a su marido que le pusiese una manta; en cuanto la suave tela rozó su cuerpo cayó en un profundo sueño.

•••

Ya era casi la hora de irse, Austin había hecho todas las tareas que había podido, los niños estaban vestidos con su ropa de domingo, y Ally... Ally seguía dormida en el sofá.

Cuando su marido la despertó y le dijo la hora que era subió las escaleras corriendo, se dió la ducha más rápida de su vida y se puso la ropa que por suerte había dejado preparada la noche anterior. Estaba apunto de bajar para reunirse con su familia y poner rumbo a casa de su amiga cuando recordó algo.

Volvió a entrar en la habitación y de entre la ropa ajustada que hacía tiempo que no se ponía sacó un sobre. Lo guardó en el bolso y tras mirarse en el espejo y acariciar su pequeña tripa salió de allí intentando disimular una sonrisa.

•••

—¡No vas a irte a estudiar a Austria!

—¡Pero Carrie! No entiendes las implicaciones que puede tener este proyecto en el campo de la física, puede cambiar la concepción que tenemos del universo.

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now