Capítulo 20. Un error que salió muy caro

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Al día siguiente Dez fue a la zona de profesores, se fijó en que allí las instalaciones eran mucho mejores que en el resto de la universidad y bufó resignado. Salas con sofás y ordenadores de última generación, máquinas de café en las que no hacía falta meter dinero y desayunos de todo tipo recién traídos de la panadería más cercana.

El joven empezó a pasearse por allí tranquilamente, eran las ocho de la mañana y la mayoría de los profesores o estaban en clase o no habían llegado aún. Aprovechó para tomarse un cappuccino, al que tuvo que echar tres azucarillos por lo amargo que estaba, cogió un par de napolitanas de chocolate y se sentó en uno de los enormes sillones con la esperanza de que no viniese nadie. Estaba tan cómodo que por un momento casi se olvidó de que hacía allí.

Cuando terminó se dirigió mucho más relajado a la zona de almacenaje, donde taquillas, estanterías y cajas de seguridad compartían todo el espacio disponible en la pared. Buscó la número seis con la mirada, mientras introducía el número secreto, 1234, pensó «que poco seguro, parece la contraseña que viene de fábrica», abrió la puerta con un chirrido y sacó del interior un abultado sobre amarillo del tamaño de un libro, lo miró intentando averiguar que llevaba dentro ¿qué sería el regalo del profesor Rossenblach? Miró la hora y al darse cuenta de que llegaba tarde a clase, Dez guardó el sobre en su mochila sin molestarse en abrirlo.

Cerró de nuevo dando un sonoro golpe y al hacerlo, la pequeña placa con el número seis se tambaleó. Si tan solo Dez se hubiera dado cuenta de que las cajas fuertes de al lado eran la ocho y la diez, muchas cosas habrían sido diferentes.

•••

Por fin esa misma noche en su pequeño apartamento el pelirrojo decidió abrir el obsequio de Rossenbach, le había sorprendido el hecho de que tras sólo un mes en la facultad un profesor decidiera hacerle un regalo, pero se había dado cuenta de que casi desde el primer día había desarrollado una predilección por él.

Se sentó en su incómodo sofá echando de menos por primera vez los sillones del ala de profesores, y con unas tijeras rasgó la solapa superior del sobre. Cuando miró dentro casi no se cree lo que sus ojos están viendo, había unos 50.000 dólares perfectamente colocados en fajos de billetes de 500. A pesar de que estos fueran retirados de la circulación en 1969 algunas personas los guardaban ya que al ser tan escasos su valor ascendería con el tiempo.

Se quedó mirando el dinero más de media hora sin saber como proseguir, una parte de él le decía que se lo quedara, pero otra le mandaba avisos diciendo que hacer eso no podía ser bueno; finalmente suspiró y lo volvió a guardar en el sobre. No tenía ni idea de por qué el viejo profesor Rossenblach le daba tanto dinero pero no lo iba a aceptar. Decidió muy a su pesar que al día siguiente iría a hablar con él y a devolverlo.

•••

A la mañana siguiente unos golpes a la puerta muy insistentes le despertaron ¿sería el casero? Imposible, aún no tenía que pagar el alquiler, no era día uno. ¿Pero entonces que estaba pasando?

Dez se estiró lentamente y se puso unas zapatillas, aún medio dormido se tambaleó hasta la puerta y pasándose la mano por la cara para intentar no parecer tan cansado abrió.

—¿Dezmond Hatefield Wade?— preguntó una figura alta y vestida de negro.

—¿Eh?— dijo el pelirrojo tratando de enfocar la vista —si, soy yo, ¿qué pasa?

Esa persona alta resultó ser un policía que tras inmovilizarle contra la pared colocó sus manos atrás y le puso unas esposas.

—Queda usted arrestado por robo a una institución educativa— dijo empujándole hacia la salida —Tiene usted derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede ser utilizada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene derecho a hablar con un abogado y que un abogado esté presente durante...

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now