Capítulo 45. Distancia

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Parecía imposible que hubiese transcurrido tanto tiempo desde que los Moon volvieron a Miami, se les había hecho un abrir y cerrar de ojos y en pocas semanas sería Navidad. Ally se encontraba en la cocina preparando macarrones con queso para toda la familia, era su cumpleaños y después de todo lo que había pasado con Nelson y Trish casi se le olvida.

Por suerte a su marido no. Esa mañana se había levantado temprano y se había llevado a los niños a casa de sus padres. En la almohada, al lado de una Ally completamente dormida, había dejado una cesta y una nota en la que ponía «Te mereces un rato para ti, volveremos a la hora de comer, te quiero»; la cesta estaba llena de velas, sales de baño y jabón aromatizado.

Disfrutando de cada instante se metió en la bañera, le habría gustado poner el agua ardiendo pero el médico le había prohibido tajantemente hacerlo, sobretodo durante el primer trimestre. Así que a regañadientes se sumergió en el agua templada mientras las velas y las sales hacían que un maravilloso olor a vainilla inundase el cuarto de baño.

Con el jabón empezó a masajearse la tripa y tardó unos segundos en darse cuenta de algo ¿desde cuando era tan grande? Las primeras señales de que llevaba dos pequeñas vidas dentro estaban apareciendo y la suave redondez de su vientre consiguió hipnotizarla hasta que el agua se enfrió y tuvo que salir y envolverse en la gigantesca toalla de Austin.

Se secó la cara y no pudo evitar inhalar profundamente, olía a él. Era un aroma agradable, difícil de identificar, simplemente olía a Austin, olía a casa, a seguridad, a felicidad.

Se vistió lentamente, era uno de esos días en los que no puedes evitar que tu mente vague de un sitio a otro, se entretuvo contemplando las fotos de su familia que decoraban la pared del dormitorio, se entretuvo mirando su ramo de novia, aquel que había mandado secar, era como si se hubiese contagiado por la paz y la tranquilidad que se respiraban en esa casa.

—Feliz cumpleaños cariño— dijo posando un beso primero en su mejilla y luego en sus labios.

Tuvo que contenerse para no petar un sobresalto, mientras daba vueltas a los macarrones sus pensamientos habían vuelto a esa mañana. Pero mientras sus sentidos se acostumbraban a la realidad empezó a escuchar a los niños en la entrada, a saborear el beso de su marido, a oler ese maravilloso aroma que emanaba, y a ver la pequeña caja que había colocado delante suya.

La cogió y antes de que le diese tiempo a deshacer el lazo con el que estaba atada sus hijos entraron a la cocina tan rápido que parecía que estuviesen echado una carrera.

—¡Felicidades mami!— gritó Alex, que iba perdiendo.

—¡No vale yo he llegado antes! ¡Feliz cumpleaños mamá!— exclamó Ava —¡abre mi regalo!

Emocionada la niña le tendió a su madre su regalo torpemente envuelto en papel de las navidades pasadas.

—Ava es precioso, ¿lo has hecho tú sola?

—Bueno... el abuelo Lester me ayudó un poco— admitió.

Ally contemplaba emocionada el marco de fotos hecho con flores secadas y prensadas. En el centro se veía una foto de madre e hija en el campo de girasoles que habían visitado ese verano.

—¡Ahora el mío! ¡Este si que lo he hecho yo solo!— exclamó Alex.

—A ver... oh cariño ¡me encanta!

El regalo de su hijo pequeño era una taza en la que había escrito «Mamá te quiero». Ally no podía parar de sonreír, esos niños habían reflejado completamente su personalidad en los regalos, Ava tan perfeccionistas y Alex tan dulce. Les abrazó con lágrimas en los ojos, ¿por qué estaba tan sensible últimamente? Debía ser el embarazo.

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now