Capítulo 63. Un reencuentro inesperado

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Dez no tenía ni idea de dónde vivía Will, fue al Lights & Sparks esperando encontrarle allí, pero era demasiado temprano y aún no había casi nadie. Consiguió convencer a un joven, que miraba su teléfono de forma distraída detrás de la barra, de que le diese su dirección después de darle una generosa propina por la información.

Pero cuando llegó al piso no se atrevía a pulsar el timbre. ¿Qué iba a decir? No podía presentarse así como así en casa de alguien.

Y por si fuera poco iba disfrazado de elfo y la gente que pasaba por la calle no paraba de mirarle como si estuviera loco. Estaba apunto de irse de allí cuando una voz a su espalda hizo que se diese la vuelta.

—Creo que este año Santa Claus se ha dejado a uno de sus elfos— dijo Will entre risas —aunque tengo que admitir que pensaba que erais más bajitos.

—Soy yo, Dez...

—Vaya, y yo que ya me estaba imaginando todos los juguetes que me ibas a fabricar— susurró seductoramente en su oreja mientras le daba un abrazo.

—Venía a...

En ese momento el pelirrojo se dio cuenta de que no tenía ni idea de por qué había ido allí, a lo mejor si estaba un poco loco.

—Pasa, nos tomamos algo— propuso Will sacándose las llaves del bolsillo.

—No, mejor vamos a hacer algo juntos.

—¿Cómo una cita?— preguntó Will sorprendido.

—Eeehh, supongo.

—Al menos deja que suba a cambiarme, por si no te has fijado vengo de correr.

Dez asintió y dejó que el chico abriese la puerta, cuando llegaron a la octava planta el pelirrojo estaba casi sin aliento.

—Lo siento, el ascensor se estropeó hace un par de días y el cabrón de mi casero no quiere arreglarlo ¡porque algunos de los inquilinos no pagan a tiempo!— eso último lo dijo gritando hacia la puerta al otro lado del pasillo.

Dez se sentó sobre la cama mientras Will se daba una ducha, era un piso tan pequeño que no tenía espacio ni para un sofá, pero quizás eso lo hacía más acogedor.

Empezó a mirar a su alrededor descubriendo a Will a través de sus objetos. En una estantería tenía un montón de libros de amor, también una colección de rocas perfectamente redondas. No había muchas fotos, de hecho solo había una foto de un joven frente al mar.

Cuando su mirada cayó en el espejo se dio cuenta de las pintas que llevaba, no podía salir a la calle así, tendrían que pasar por su casa.

Despacio fue hasta el baño y en vano intentó llamar la atención de Will desde el otro lado de la puerta, pero la música que había puesto para ducharse estaba tan alta que iba a ser imposible que le oyese.

Abrió la puerta y antes de poder decir nada se quedó mirando al chico, que se frotaba aún todo el cuerpo con gel sin saber que tenía un visitante.

Tenía un cuerpo escultural, cada uno de sus músculos se dejaba ver sin ser demasiado exagerado y el agua de la ducha hacía que su piel adquiriese un color más dorado del que ya tenía gracias al sol de Miami.

Se quiso acercar a él pero algo en su interior le advirtió que parase. Era como si dos versiones de Dez tirasen cada una en una dirección y no sabía cuál iba a tener más fuerza.

—¿Me puedes prestar algo de ropa?— preguntó desde la puerta.

—Creo que quedan algunas cosas de mi ex en el armario, no era tan alto como tú pero creo que te servirá— gritó Will haciéndose oír por encima del sonido del agua.

When Future Becomes Past.Where stories live. Discover now