A Jimin le gusta llamar a Yoongi su alfa (y Yoongi hace lo posible para fingir que no le gusta).
♔ Slowburn, con una pizca de drama y muchas escenas románticas.
♔ Jimin es una bolita de energía y amor.
♔ Yoongi no es malo, pero sí es re lento.
Dud...
🔓 Este especial fue una comisión que acepté en mi página de ko-fi. Para más cositas tipo "qué hubiera ocurrido", extras, peticiones para actualizar, o escenas con pov diferente, por ahí les esperaré~
🔓 Este especial habla de algunas escenas desde la perspectiva de Yoongi~
🔓 Misma línea temporal que la historia original :D
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Con el cabello negro bañado en gel y el pantalón corto que dejaba libre sus rodillas, Yoongi logró escapar con éxito del personal que seguía buscándolo debajo de las mesas de la cocina y el jardín botánico (lugares conocidos por ser sus escondites preferidos desde que tenía tres). Subió las escaleras de casa con la mejor de las agilidades y corrió por el piso alfombrado entre jadeos divertidos hasta que cruzó al dormitorio de sus padres.
—¡Mamá!
Yoongi miró la cama desordenada vacía, con las sábanas blancas arrugadas y una de las almohadas en el suelo. El sol entraba por los ventanales y subía la temperatura de la habitación. El brillo le hizo girar para verse al espejo.
Tenía un corbatín azul alrededor del cuello, con una camisa blanca metida en los pantalones cortos y un par de tirantes adheridos al cinturón.
Yoongi no se quejaba cuando le hacían vestirse así, pero odiaba que siempre que iba a la escuela le aplastaran el cabello como si fuera parte de los Testigos de la Luna. ¡Se veía ridículo! Y si el personal estaba buscándolo con tanta persistencia es porque sabían lo que pensaba de esa clase de peinado, y sabían lo que haría si no estaba a la vista de nadie.
Siempre que podía, Yoongi se escapaba de ellos unos minutos antes de que el chofer les indicara que debían partir a la escuela y se desordenaba el cabello hasta que ya no hubiera tiempo de volver a peinarle.
Era su plan perfecto, y siempre que no estuviera vigilado por la ama de llaves, era un plan que nunca fallaba.
Cuando Yoongi terminó de sacudirse el cabello, alzó las cejas al escuchar ruido en el baño. Algunas arcadas. La puerta abierta en la esquina de la habitación le dio el permiso de acercarse a ver.
—¿Mamá? —murmuró después de encontrarla inclinada al inodoro—. ¿Estás enferma?
La mujer le envió una mirada gentil desde su posición. —Solo me ha caído mal la comida, mi amor. Estoy bien.
—¡Soomi!
Yoongi dio un respingo al escuchar el grito de su padre, apartándose del camino tan rápido como le vio correr a ellos. Ante su imagen, su lobo alzó las orejas en seguida, erguido y listo para imitar todo comportamiento.
El alfita de ocho años observó al imponente hombre arrojarse al suelo de rodillas para sostener a su omega. Su madre, sonriendo, apoyó la mano en el pecho de su pareja, susurrando que no se preocupara.
