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Su cabello, en algún punto de la primavera, comenzó a crecer otra vez. 

Yoongi no lo recuerda muy bien. El cuándo comenzó, o cuándo se detuvo, pero recuerda que la risa de su padre, después de casi dos años en la penumbra, volvió a escucharse en la mansión por varios meses seguidos. 

Se suponía que desde ese momento todo iba a dejar de ser tan complicado.

Pero entonces Yoongi no pudo volver a entrar a la escuela sin sufrir dolores estomacales, los profesores privados tuvieron que quedarse, nuevo personal se contrató, y su madre volvió a caer enferma.

Yoongi aún podía recordar ese día.

El largo de su cabello alcanzó a rozar sus hombros la mañana en la que la sonriente mujer volvió a aparecer por la entrada de la casa con un nuevo vestido de verano y una pañoleta en la cabeza ocultando otra vez la escasez de su usual cabello liso. 

De aquel día, Yoongi se recuerda viendo claramente la espalda ancha de su padre mientras el hombre avanzaba en la búsqueda de su esposa frente a las grandes puertas y se volvía pequeño en un angustiante abrazo que, más que para ella, lució como una búsqueda de consuelo para él. 

Era irónico ahora recordarlo. 

El cómo siempre, de los dos, fue su padre quien parecía estar muriendo.

—Yoongi...

Lentamente, Yoongi levantó la mirada de Jungkook hacia Namjoon, viéndole de pie a las puertas de su oficina. Aunque su mejor amigo pronunció su nombre con precaución, se veía preocupado. Por él, por Jungkook, por todo el resto de los que atestiguaron la escena. 

Antes de que Yoongi pudiera decir algo, sin embargo, antes de poder girarse y mirar el pequeño grupo de empleados con quienes el último año, de alguna manera, logró formar una buena relación, las puertas del ascensor se abrieron otra vez y otra parte de los trabajadores llegó de su descanso.

Entre conversaciones risueñas, las cinco o seis personas saliendo del ascensor no tardaron en erguirse y mostrar formalidad a la presencia de Yoongi, como todos siempre hacían cada vez que se le veía salir o entrar de su oficina. Y el alfa, ante la usual muestra de respeto, pareció al fin retomar la compostura. Como si la forma en que titubearon su diversión le hubiera arrojado su puesto de CEO en la cara, recordándole quién era.

Recordándole su nombre.

Así mismo, ya de vuelta en sus cabales y sin mirar a nadie, Yoongi bajó la vista al camino por el que comenzó a andar. Avanzando hacia el baño, dejó a las pocas personas que presenciaron su injustificado arrebato sin palabras detrás de él. 

—..., en ese caso, se mantiene el numerador y sumamos arriba. ¿Cinco más tres, joven Yoongi?

Con el corbatín azul apretando su cuello y sus piernas balanceándose en la altura de la silla, el alfa de casi once años separó la mejilla de su puño y volvió a mirar al hombre de cabello pegadizo, desganado.

—Ocho —murmuró.

—¡Ocho! —Con un rápido movimiento, el beta volvió a elevar sus gafas por el puente de su nariz—. Aquí llegamos a la división de fracciones —Yoongi acomodó otra vez la mejilla en el puño y miró el gran comedor—. Mantengo la primera fracción, multiplicamos y damos vuelta estos numeritos —Haciéndole compañía, estaban presentes dos guardias, el profesor privado y la señorita Bianca—. Así llegamos a-

Escuchó el eco de un par de pasos.

—¡Papá! —Yoongi se irguió en la silla tan rápido como alcanzó a visibilizar al alfa, cruzando a paso rápido hacia su oficina con el teléfono pegado en la oreja—. ¿Ya vamos a cenar?

Want you to love me || YM ||  ~MilaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ