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No tenía resaca. Fue lo tercero que Yoongi confirmó al despertar. Lo segundo, fue lo bien que olía su habitación. Lo primero, es que todavía tenía a Jimin entre los brazos. 

Abrió los ojos poco a poco antes de prestar cuidadosa atención alrededor. 

Al notar los detalles, apretó la quijada. 

Alejó cuidadosamente la nariz del cabello rubio y, dejándose las maldiciones para sí mismo e intentando no hacer demasiado movimiento, quitó lentamente su mano del interior de la camiseta del omega. 

Se comenzó a alejar de a poco, y al salir finalmente de la cama, Jimin seguía durmiendo tranquilo. Sólo le vio encogerse un poco más en su propio cuerpo. Le miró un momento en lo que tardaba en recomponerse, aguantando el impulso de acercarse y cubrirle con el cobertor hasta dejar de ver la curva honda de su cintura, descubierta por culpa de su intrusa mano. Así, rascándose detrás de la oreja, avanzó alrededor de la cama hasta las escaleras, de camino a una ducha fría y, luego, a preparar el desayuno. 

Tenía muchas cosas en la cabeza para lidiar con ello en la cama, la mayoría por el sueño que le hizo despertar. No solía recordar su pasado en la mansión de su padre, más por gusto que por falta de memoria, pero algunas veces tenía esos malos sueños que le recordaban con detalle el lugar de dónde venía. 

Yoongi siempre ha sido una persona tranquila. Desde la infancia, distanciado de los de su edad por su estatus. En su pre-adolescencia, enfrentando la enfermedad y muerte de su madre. Y en la pubertad, encerrado en casa con profesores privados. 

Siempre fue callado y muy tranquilo. Aunque, la verdad, sabía que parte de ello era resultado del estricto mundo en el que creció.

Írguete, Yoongi. No corras por ahí, Yoongi. No ensucies tu ropa, Yoongi. No toques la comida con las manos. No respondas si no te preguntan. Compórtate. No grites. No te rías tan fuerte. No seas un niño, Yoongi. 

Antes de que su madre enfermara no era así. Sí era callado, sí era tranquilo. Facetas naturales de los genes de su padre. Pero después de descubrir el cáncer, después de ser retirado de la escuela y comenzar a ser educado lejos de otros niños con el fiel objetivo de pasar cada minuto posible con la mujer que le dio a luz, ese silencio y tranquilidad llegaron al punto de corroerle el espíritu. 

Con el tiempo, las únicas sonrisas que mostraba eran solo para ella. 

Tenía trece años cuando su madre falleció. El día de su funeral todos lloraron. El mismo cielo fue entristecido por la pérdida de uno de sus rayos de sol. Todos lloraron, menos él y su padre. 

Insensibles, diría cualquiera. Pero Yoongi sabía que el hombre estaba destrozado. Era algo en su forma de moverse, o de mirar. 

Yoongi, por su parte, sufrió su luto dos semanas después. En el fondo de una piscina, a las cuatro de la madrugada, gritando todo su dolor en un destrozado alarido silenciado por el agua. 

Nadie le descubrió, ni aquella ni ninguna vez.

Fue durante ese tiempo que Yoongi comenzó a notar los cambios en la sensibilidad de su nariz, también.

Por cosas de profesionalismo, todos los trabajadores en la mansión, incluyendo los profesores que daban sus clases, eran betas o consumían supresores. En la propiedad de un alfa como Min Dalsu nadie se atrevía a faltarle el respeto a su territorio. Y pasar cinco años viviendo lejos del aroma de otros lobos, lejos del afecto que no fuese el de su madre, le había perjudicado. Especialmente luego de su muerte.

De pronto no solo tenía problemas de comunicación con otras personas, de pronto también le incomodaba sentir sus aromas. 

No pudo volver a la escuela. Se quedó con sus profesores privados, y con la nueva empleada que siempre robaba chocolatinas de la cocina para él. A su padre lo veía algunas cuantas veces en la semana, y la mayoría de las veces sólo en la cena. No le importaba, de todas maneras sentía que nunca estaba ahí realmente.

Want you to love me || YM ||  ~MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora