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Las luces de la ciudad se reflejaban en el pavimento húmedo de las calles. No llovía desde la mañana, pero el clima de enero mantenía a todos resguardados bajo abrigos y bufandas. Él, con un café en su mano y resguardado del aire frío en el interior del auto, mantenía la mirada en las personas que, suponiendo por la hora, ya partían a casa. 

—Aún puedo comunicarme con el director y decirle que se ha presentado un inconveniente. 

—Por qué harías algo como eso —preguntó el alfa, todavía mirando por la ventana. 

Juwon suspiró. —Son más de las siete —explicó, como si eso respondiera a todo—. Debería descansar, señor Dalsu.

Dalsu se movió un poco para mirarlo.

—Estoy en perfectas condiciones —aseguró. El chofer se detuvo lento frente a una luz roja—. ¿Tú estás cansado? Porque si lo estás, puedo pedirle a James que pasemos por tu departamento primero. James, ¿tenemos tiempo?

El beta en frente alzó una mano para informar que solo le hacía falta una orden directa.

Tomando un sorbo de su americano, Dalsu vio a Juwon suspirando y acomodándose las gafas, volviendo al dictado del itinerario. Una clara negación. Satisfecho, Dalsu volvió a mirar por la ventana, escuchando a su asistente ejecutivo recordándole que debía enviarle flores a una heredera de cierta empresa que estaría de cumpleaños mañana y que la cata de vinos donde se reuniría con un socio del grupo se atrasaría hasta el lunes.

Dalsu pensó en cómo ya hacía casi un año que con Yoongi no iban a una de esas catas.

—Señor Min —murmuró James, de pronto—. ¿Aquel no es el joven Yoongi?

El alfa miró por la ventana otra vez, buscando entre la gente que avanzaba por la acera. Un par de autos pasaron frente a su vista en lo que James esperaba a que el semáforo le permitiera continuar recto.

Le hubiera tomado mucho más tiempo encontrarlo si Juwon no le hubiese recordado lo esencial. 

—Ah, es más evidente ahora que en las fotografías —murmuró su asistente, sonriendo—. Es idéntico a usted cuando tenía su edad.

Eso mismo había escuchado hace algunos días, después de preguntarle a Juwon cómo iba el viaje de Yoongi en Canadá y recibiera la información, como dato curioso, de su hijo volviendo al color natural de su cabello. 

No pensaba que verlo por su cuenta le sorprendería tanto, de todas maneras. 

Dalsu encontró a Yoongi de pie a la salida de un edificio con pocos pisos, a las afueras de su monumental entrada, iluminada y amplia como la de un teatro. Tenía la mirada perdida en los autos que avanzaban frente a él, calmado y erguido, sin preocupación en su semblante. 

Con el auto frente suyo avanzando, Dalsu vio lo que tenía en la mano. 

—Todavía puedo doblar y acercarme, señor. ¿Vamos por el joven Yoongi o seguimos nuestro camino?

Un ramo de flores. 

Su hijo. Bien vestido, con el cabello oscuro y probablemente con menos de dos horas de haber llegado de Canadá. Con un ramo de flores en la mano. 

Dalsu no tuvo tiempo de pensar en qué responderle a su chofer. Un muchacho rubio apareció antes, sonriente, trotando desde el fondo de la entrada y llamando la atención de Yoongi.

—El semáforo está por cambiar —avisó James.

Dalsu miró a su hijo ocultar las flores en su espalda y juguetear con el muchacho un instante, abandonando por completo el comportamiento con el que le había visto crecer. Apretó la quijada mientras al fin veía el ramo siendo revelado.

Want you to love me || YM ||  ~MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora