33. Reencuentros

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CAPÍTULO TREINTA Y TRESREENCUENTROS ━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

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CAPÍTULO TREINTA Y TRES
REENCUENTROS
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Se sentía como si estuviera al otro lado del mundo. Mitras parecía estar a todo un mundo de distancia de dónde realmente quería estar.

Las paredes, las casas, el tribunal y la vibra allí simplemente se sentían fuera de lugar, demasiado diferentes de Trost, de la sede de la Legión, y dejaba un sabor amargo en su boca cada vez que tomaba aire y en lugar de probar el café y la familiaridad del cuartel, su boca se llenaba con el hedor del humo y el vil olor de la corrupción.

Félix estaba acostumbrado a ver sangre, tripas derramadas por el suelo y el hedor a mierda cada vez que uno de sus compañeros moría en una expedición, pero Mitras era una historia completamente diferente, una de la que ya estaba cansado.

Le dolía un poco saber que esa era su realidad de ahora en adelante. Que nunca llegaría a ver los majestuosos árboles de María, la aparentemente interminable extensión de terreno fuera de las tres murallas. Había tanta vida fuera de esta jaula que a veces se olvidaba de que no eran libres en absoluto, que todavía había monstruos acechando en el exterior, traidores en el interior que no querían nada más que guardar sus secretos y seguir adelante, como si su pequeño mundo no estuviera desmoronándose a su alrededor.

Si la Legión hubiera capturado a Reiner y al Colosal, estaba seguro de que las cosas serían muy diferentes en ese momento, pero la vida era cruel y el mundo también, y Félix estaba empezando a perder la esperanza en ambos.

Alguien le palmeó la espalda con dureza, demasiado rudo para ser un gesto destinado a traer confort, pero para esos momentos comenzaba a acostumbrarse. La Policía Militar no era un sitio en el que buscabas comodidad emocional, mucho menos en el Escuadrón Interno.

Duran le dedicó una sonrisa algo forzada y lo empujó levemente hacia el frente, instándolo a entrar al establecimiento enfrente de ellos.

Félix arrugó la nariz, disgustado.

—¿Por qué tenemos que esperar aquí a Kenny?

Su acompañante se encogió de hombros mientras echaba miradas a su alrededor, hacia las mesas y la barra atestadas de oficiales pertenecientes a la Policía Militar.

—Esas fueron sus órdenes, chico —dijo el otro, mirándole de reojo con una pequeña sonrisa bailando sobre sus labios—. Si quieres discutir con alguien, hazlo con él.

Resoplando, el azabache le siguió hacia el interior del lugar, esquivando a hombres borrachos y mujeres que se movían entre las mesas cargando con botellas de cerveza. Notó que varios de los sujetos allí dentro tenían a mujeres sentadas en el regazo, abrazando sus cinturas o recargando sus mentones sobre hombros desnudos o apenas cubiertos por las prendas de ropa que vestían.

Arrugó la nariz, otra vez. Kenny era un imbécil.

Menos de un día después de escupirle cosas buenas acerca de su padre y de tratar de ser el "buen tío" que le había hecho falta todo este tiempo, Kenny le informaba que debían partir a Mitras para poder asistir a una reunión de la asamblea para discutir un avance propio debido a los sucesos de las últimas semanas y el muy imbécil le dejaba atrás, con Duran aguardando con él.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now