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CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS AMIGO LEAL ━━━━━━━━┓ ＊ ┏━━━━━━━━
Aún había una mancha de sangre deslizándose desde el lugar por donde el titán de Rod se había desvanecido.
Abajo, al pie de la muralla, Historia se había proclamado reina hacía ya rato.
—Félix.
El azabache se giró un poco, la tensión en sus hombros desapareciendo por un segundo al ver a Petra. La pelirroja avanzó hacia él con pasos apresurados y nada más estuvo al alcance le echó los brazos al cuello.
—Oh, gracias a Dios que estás bien —murmuró ella en voz baja—. Cuando te encontramos, tu no-
—No quiero hablar de eso —interrumpió de inmediato, echándose hacia atrás fuera del abrazo. Los brazos de Petra cayeron y la mujer parpadeó—. ¿Cómo está Kenny?
Petra le miró con avidez. La miel en sus ojos brillaba un poco, no tanto como en otras pocas ocasiones en las que la veía, pero el fulgor estaba ahí.
—Perdió una cantidad considerable de sangre, pero el doctor dice que estará bien. ¿Leíste la nota que te envié?
—No, no he tenido tiempo. Me la entregaron hace poco y…
Petra hizo un gesto con su mano, restándole importancia a eso.
—El Comandante Erwin sabe sobre Frieda, me preguntó por ella una noche, el día en que fue arrestado —dijo ella apresuradamente. Félix frunció el ceño—. Probablemente para ese momento ya sabía quién era la familia Reiss, y sospechaba sobre ti siendo cómplice.
—¿Qué más?
—El espía —dijo, acercándose a él otra vez para tomarlo del brazo y tirar de él hacia el borde del muro—. Lo envió unos pocos días después, aunque yo no me di cuenta. Solo veía al chico entrar a la habitación y salir, y todo el tiempo se veía agotado. Cuando no llegó, el Comandante empezó a preguntarse si-
—Está muerto.
Petra se detuvo abruptamente y la manera en la que cerró la boca fue un audible sonido de dientes chocando entre sí.
Félix bajó su mirada hacia donde la mano de ella se encontraba situada, apretando la manga sucia de la camisa.
—Nos vio deshaciéndonos de Dimo Reeves —murmuró al tiempo que Petra se volvía para mirarlo a la cara—. No podíamos dejarlo ir, así que lo llevamos con nosotros a una casa de seguridad del escuadrón, y… Nos deshicimos de él allí.
—¿Dónde está?
—No lo sé.
Petra tragó saliva audiblemente. Cuando volvió a hablar tenía un leve temblor en la voz mal disfrazado.
